Reto pendiente en el APRA

Este 2 de agosto se cumplieron 44 años de su partida al infinito de nuestro jefe maestro y guía Víctor Raúl Haya de La Torre. Debemos reconocer que el APRA aún no responde al reto. Se dejó de mantener la fortaleza del partido, que amo como obra colectiva humana y como fuerza necesaria para la justicia social y progreso económico del Perú.

Ante la vida y obra de Haya, la responsabilidad de responder a ese pendiente reto es de todos los apristas militantes de base y dirigentes de todos los niveles. Debemos asumirlo con claras políticas y prácticas de unidad y de organización, de fraternidad que resuelvan las brechas que duele reconocer este último 2 de agosto. 

La solución es aplicar la concepción ideológica y política de partido. Haya no se equivocó. Depende realizarla sólo de voluntad y en nuestro caso, de voluntad aprista que Haya aceró con honestidad, moralidad, sacrificio, que hizo emblemáticas para un Perú justo culto y libre, y para el partido, con que impulsó la estructura fundacional de frente único que responde a un esquema de lucha ante capitalismos imperantes y de justicia social así como de su organización de democracia funcional, de participación, que, probó y demostró eficiencia y efectividad, de fraterna cooperación durante 44 años: de 1930 1979. 

Con esa organización Haya ejerció el liderazgo de frente único de clases trabajadoras y clases productoras. Impulsó una renovada, enraizada y responsable representación política en el parlamento y los gobiernos locales que requiere la representación en crisis que conocemos, con capacidades de partido, en movilizaciones, y en logro de leyes, reformas, reivindicaciones sociales y laborales, derechos sociales políticos y derechos humanos. 

Durante aquellos años -1930 a 1979- Haya fortaleció la organización y venció el militarismo, el feudalismo, la oligarquía. Mucho de ello recoge la constitución de 1979 que abrió camino al siglo XXI. También respondió al imperativo de otra y nueva realidad de renovar la organización que confrontara al imperialismo neoliberal, que se instauró en 1978 con Thatcher y Regan, en Inglaterra y EE.UU. respectivamente. 

Nuestra organización en estos últimos 44 años -que incluye la breve vigencia de la constitución de 1979 en dos gobiernos y uno trunco de 10 años, no ha recogido ese reto pese a que pudo confrontarlo. Lo pudo con posibles consensos democráticos, técnicos e institucionales, de los que era fruto esa carta magna sobre urgentes reformas estructurales, fortalecimiento de las instituciones tanto económicas, como sociales y políticas. 

No se equivocó Haya del tipo de partido cuando apreciamos la conversión por ejemplo a partido de frente único de socialdemocracia europea o de eurocomunismo y hace reclamo en China, su fortaleza. 

No se equivocó en los postulados de integración indoamericana, el papel de la ciencia y la tecnología, la innovación, en antever los desafíos de la globalización y en el camino de la justicia social, para alcanzar el progreso económico o con ese mismo fin el desarrollo y libertad no por dogmas sino porque responde a imperativos de necesidad de un tipo de partido popular representativo y capaz de transformar la realidad.

Pudo el PAP pues conjurar o liderar durante estas últimas cuatro décadas el riesgo y el peligro del autoritarismo y de la seducción al país que comportaba el neoliberalismo de un crecimiento económico sin equidad y de beneficio a élites, de mediocre progreso social, de anuencia a la pobreza y la desigualdad. Es decir, un régimen de exclusión, cuya lógica venía de la implantación del régimen neoliberal que se abría paso. 

Es posible y urgente asumir ese reto pendiente, después de esas cuatro décadas de la jefatura de Haya de la Torre en tiempo real y de confrontar las políticas de mercado a ultranza, el capitalismo neoliberal súper explotador y de negador de libertades, como los anteriores, ese por el que la dictadura arrasó la institucionalidad democrática, los partidos políticos, y los sustituyó por caricaturas de instituciones, partidos y políticas hechizas de libertades económicas, sociales y políticas. 

Nuestra organización partidaria requería y requiere para ello reafirmarse en los lineamientos ideológicos de frente único: de clases explotadas del trabajo dependiente, independiente, informal y clases productoras de las fuerza productivas de las micro y pequeñas empresas emergentes, del campo y la ciudad, de su democracia interna funcional, que asegure relaciones equilibradas y justas intra partidarias, en torno al proyecto nacional. Victor Raúl propugnó con el realismo constructivo de su confrontación al capitalismo, así como de sus convicciones y principios de impulsar el desarrollo social y económico de pan y libertad. Con ello, el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. 

Para esto es necesaria la convocatoria al Congreso Nacional, como enseñó Haya de la Torre. El objetivo es unir al pueblo aprista de renovados liderazgos y elevar nuestros niveles de lucha por el bienestar del Perú. Haya dejó esa responsabilidad como legado. Haya ha señalado el camino. 

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