Inversión extranjera directa que no beneficia a todos en américa latina

En las últimas décadas, la atracción de la inversión extranjera directa ha jugado un rol importante en el diseño de las políticas públicas de los países de América Latina con la finalidad de alcanzar crecimiento y transformación económica. La llegada de Inversión Extranjera Directa ha generado impactos positivos en la economía de la región. Sin embargo, y pese a grandes flujos de inversión extranjera directa a lo largo de estos años, se registra una brecha de desigualdad en los ingresos de los trabajadores que genera malestar y descontento en la población. La pregunta que surge en torno a ello es: ¿Por qué se registra una brecha de desigualdad de ingresos vinculados a la Inversión Extranjera Directa en América Latina si el efecto de ella es positivo y contribuye al crecimiento económico? Estudios llevados a cabo sobre el particular dan cuenta de la existencia de un factor vinculado a la capacidad de la fuerza laboral existente en los países de la región, por lo que el cierre de la brecha de desigualdad dependerá de las medidas que puedan adoptar los países para tal fin, en consonancia con el compromiso internacional de reducción de las desigualdades asumido por los Estados, como uno de los objetivos de desarrollo sostenible.

La inversión extranjera directa, consistente en la inversión de capital a largo plazo que lleva a cabo una persona natural o jurídica en un país extranjero, produce efectos positivos en la economía de los países en desarrollo al transferir conocimientos, tecnología proveniente de países desarrollados, estimulando la inversión de capital local, así como con mejoras en las instituciones, y en la dotación de capital humano. Datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) muestran que, a partir de la década de 1990, América Latina se convirtió en uno de los principales destinos de la inversión extranjera directa, seguido de un significativo crecimiento económico en la región. Pese a ello, se registra al mismo tiempo una elevada y persistente desigualdad de ingresos.

Estudios llevados a cabo en 18 economías de América Latina muestran que tal desigualdad se presenta debido a que la inversión extranjera directa se ubica en mayor medida en sectores de mano de obra calificada, aumentando así la brecha salarial entre los trabajadores calificados y no calificados [1]. La mano de obra calificada, consistente en ciertas habilidades de tipo profesional o técnico que posee una persona, requisitos indispensables para la realización de una tarea dentro del proceso productivo de una empresa o industria. La mano de obra no calificada, personas o trabajadores que no han recibido ningún tipo de instrucción y poseen únicamente su fuerza de trabajo para ofrecer. Con relación a ello, en el año 2017, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publicó un artículo titulado “En Latinoamérica, las empresas no encuentran los trabajadores cualificados que necesitan”. En dicho artículo se señala que los trabajadores claramente no tienen las capacidades que las empresas requieren, y que por ello las empresas tienen grandes dificultades para encontrar el talento que necesitan para hacer crecer sus negocios, por lo que consideran que invertir en las habilidades adecuadas es uno de los elementos clave para una agenda de crecimiento inclusivo, que aumente la productividad y permita a las personas integrarse plenamente a la sociedad.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre 2015, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, relacionada a la Calidad Educativa señala que el objetivo de lograr una educación inclusiva y de calidad para todos se basa en la firme convicción de que la educación es uno de los motores más poderosos y probados para garantizar el desarrollo sostenible de los países. Con este fin, el objetivo busca asegurar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita para el año 2030. También aspira a proporcionar acceso igualitario a formación técnica asequible y eliminar las disparidades de genero e ingresos, además de lograr el acceso universal a una educación superior de calidad.

En línea con tales objetivos, y considerando los beneficios que generan las inversiones extranjeras directas en América Latina, así como con la finalidad de reducir o cerrar la brecha existente por la desigualdad de ingresos vinculada a las inversiones extranjeras por falta de capacidades, los Estados en América Latina deben intensificar esfuerzos en la mejora de la educación a través del diseño de políticas públicas orientadas no solo a la atracción de la inversión extranjera directa que contribuya al crecimiento económico, sino que, al mismo tiempo deben buscar garantizar una calidad educativa que integre la calidad del docente, de los aprendizajes, y de los recursos e infraestructura, a fin de que las bondades provenientes de las inversiones extranjeras puedan ser beneficiosas para todos.

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