No acumulemos rencores

El rencor es un estado psicológico que nos predispone a cronificar conflictos con otras personas. 

Si lo vemos de otra manera, es un sentimiento de hostilidad y de maldad hacia alguien que nos hizo daño.  Es, sin lugar a dudas, una emoción muy negativa. Se trata y hablando de una definición más literal es un sentimiento de hostilidad o de gran resentimiento, hacia alguien quien nos ha hecho algún tipo de ofensa o daño. Es decir, cuando sentimos que alguien nos ofendió. Nos sentimos heridos y en lugar de hablar y de resolver cualquier ofensa, lo que hacemos es renunciar a esa persona que nos causó tal desdicha y por lo consiguiente guardamos rencor y coraje, en lugar de hablar con el agresor del por qué el motivo del daño hecho. En muchas ocasiones son malos entendidos que se debería buscar la solución.

Si todo esto del rencor se manifiesta en el seno de una familia, el entorno afectivo debería ser más importante ya que todos lo necesitamos para sentirnos seguros y apoyados para la gran travesía llamada vida. Algunos tenemos la suerte de contar con esa dicha, compartir con la familia los momentos felices, y también los tristes, es una bendición.

Por eso, debemos cuidar de la relación, no permitir que ni siquiera la más mínima duda o desconfianza la toque. Si se presentaran malos entendidos, hablarlo, perdonarlo y seguir adelante, es cuestión de dejar que todo fluya sin forzarlo, el amor divino es así, la familia merece la pena de ese amor.

Demos amor hoy, mañana y siempre. Ese amor que tus entregas se convertirá en mucho más de lo que tu das. Estoy segura que muchas personas en este mundo darían lo que fuera por tener a su familia a su lado, que, por una serie de motivos personales, no lo pueden lograr, y sufren la separación, aunque el cariño y el amor siempre están. El amor rompe la distancia y el tiempo. Sin embargo, también existen familias que por su propia voluntad viven alejados. Muchas veces sin causa justa, por un motivo u otro guardan rencor y coraje en su corazón. Es importante recalcarlo para que si algunos de ustedes están en esta situación o viven encerrado en ese mundo oscuro, tienen que darse la oportunidad de reflexionar, de disculparse y pedir perdón para liberarse de esos sentimientos que dañan tu alma, por tenerlos acumulados en el corazón.

Por todo esto, y hablando de hermanos es muy importante, que los padres deberían de enseñar y, desde muy temprano, a los hijos a quererse y respetarse, es necesario cultivar los valores de la familia. Si los hermanos se disgustan o tienen problemas entre sí, por cualquier motivo que sea, los padres estamos para ayudar a resolver el conflicto. Tampoco podemos cometer el error de escuchar solo una versión y apoyar lo que nos conviene creer, sin escuchar la otra parte, ni darle la oportunidad de poder defenderse, siempre en estos casos hay que ser imparcial. Los padres debemos procurar el bienestar de los hijos, porque se ama a todos por igual, no podemos tener preferencias. Los hijos son una bendición de Dios para motivarnos a cumplir nuestra misión en la tierra, hay que disfrutar de ellos unidos y felices.

Los hermanos jamás dejarán de llevar la misma sangre, por lo consiguiente seguirán siendo hermanos hasta que Dios se los lleve. Sería muy triste que, al llegar ese momento, estén llenos de rencores. Para eso existe el dialogo para resolver cualquier desacuerdo o mal entendido que hayan tenido. lo importante es reconocer los errores y tratar de corregirlos.

Así pues, ¿de qué sirve el rencor? Realmente, de poco, es un obstáculo que se entromete a la hora de intentar restaurar una relación. El rencor nos perjudica, nos destroza física y mentalmente. Por último: “No acumulemos más rencores, confrontemos los problemas con dignidad y aceptemos con fortaleza las conveniencias. El rencor te convierte en una persona amargada, vacía, con nada que ofrecer a tus semejantes, ni siquiera a los que realmente quieres, porque ya le has trasmitido tu mala vibra y le has causado daño. Lo que tú sientes se reproduce en tu entorno, y cuando es permanente no hay forma de rescatar que te conviertas en un pobre ser humano que renunció a ser feliz, solo por anidar rencores.

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