Ranil Wickremesinghe juró este jueves como nuevo presidente de Sri Lanka, pese al descontento de los manifestantes. Tras más de cien días de protestas, los ciudadanos afirman haber comprobado cómo todo el camino recorrido no les ha acercado al cambio de sistema que deseaban.
El optimismo que regó de esperanza las protestas multitudinarias en las calles de Sri Lanka; la acampada masiva en el parque Galle, en Colombo; o el asalto de las residencias oficiales del entonces presidente Gotabaya Rajapaksa, y de Wickremesinghe, ha quedado atrás. Son pocos los manifestantes que aún siguen en el campamento que no hace mucho tiempo fue el epicentro de las protestas.
Tras provocar la renuncia de Rajapaksa con sus presiones, los protestantes confiaban en un cambio de aires que ayudara a la nación insular a salir de la severa crisis política y económica que atraviesa desde hace meses. Además, esperaban dejar atrás los errores cometidos por el ‘clan Rajapaksa‘ que desde 2019 manejó la isla a su antojo.