El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido objeto de protestas, abucheos e incluso lanzamiento de huevos durante sus desplazamientos fuera de París para promover la reconciliación y reconectar con la ciudadanía tras la crisis por la reforma de las pensiones.
En su visita al departamento de Hérault, sureste de Francia, las medidas de seguridad se incrementaron para controlar el paso de manifestantes y la prefectura llegó incluso a prohibir “el uso de dispositivos sonoros portátiles” o que “emanen de vehículos no autorizados”.
Los opositores a la reforma de las pensiones han estado convocando caceroladas para expresar su descontento.
Macron aseguró que es normal que “el enfado se exprese” y que él no esperaba otra cosa, pero eso no le “impedirá” continuar viajando por Francia.
En paralelo a la visita también hubo movilizaciones en otros lugares de Francia y en la sede de la empresa Euronext.
Macron se dio 100 días para “apaciguar” el descontento y promover un nuevo “pacto social” tras tres meses de crisis social y política.
La próxima gran protesta está convocada para el próximo 1 de mayo.