El 1 de mayo, hubo protestas contra la reforma de pensiones en Francia que resultaron en 406 policías y 61 manifestantes heridos, así como en la detención de 540 personas.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, atribuyó los disturbios a grupos de ultraizquierda y criticó al líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, por no condenar la violencia contra las fuerzas del orden. También pidió leyes más estrictas contra los atacantes de la policía.
Las manifestaciones se llevaron a cabo en toda Francia con la participación de alrededor de 782.000 personas, según el Ministerio del Interior, y 2,3 millones, según la Confederación General del Trabajo (CGT).
Marine Le Pen, líder de la extrema derecha, condenó las “tentativas de asesinato contra las fuerzas del orden”.
Para hacer frente a futuros disturbios, el ministro propuso una ley y un dispositivo concertado con otros países europeos para evitar que los identificados puedan participar en manifestaciones.