La momia fue abierta en el siglo XI antes de nuestra era (hace más de 3.000 años, cuatro siglos después de su enterramiento original) para que los sacerdotes pudieran restaurar los daños causados por los ladrones de tumbas.
La momia del faraón Amenhotep I es la única de la realeza de Egipto que no había sido abierta en época moderna debido a su excepcional estado de conservación. Ahora, gracias a la tecnología digital, un grupo de científicos ha podido revelar el cuerpo que se escondía detrás de la máscara y las vendas.
El uso de la tomografía computarizada tridimensional (rayos X) ha demostrado que el faraón murió hacia los 35 años, aunque no se encontró “ninguna herida o desfiguración por una enfermedad que justificara la causa de la muerte”.
Amenhotep I medía aproximadamente 1,69 metros, estaba circuncidado y tenía una buena dentadura; además, dentro de sus envolturas llevaba 30 amuletos y una faja de oro con cuentas del mismo metal.