Carlos III y Camila, viven uno de los momentos más esperados de su coronación: el saludo desde el palacio de Buckingham. Este 6 de mayo, ha sido un día histórico para la familia real británica y el hijo mayor de Isabel II y su esposa han protagonizado una solemne ceremonia en la abadía de Westminster a la que han acudido más de 2.000 invitados entre los que destacaron miembros de las casas reales de todo el mundo y otras personalidades de la política, la comunicación o las artes. Felipe y Letizia no se perdieron la ceremonia religiosa que estuvo cargada de simbolismo y en la que el príncipe Guillermo tuvo un papel protagonista.
Carlos III y Camila, que a la ida habían hecho el recorrido en la carroza Diamond Jubilee, volvieron a Buckingham a bordo de la carroza Golden State.Tras recibir los honores y el saludo de los militares, incluidos los tres hurras por los que Carlos III esbozó una sonrisa, la pareja vivió uno de los momentos más emocionantes de su coronación: el saludo desde el balcón de Buckingham arropados por parte de la familia real.
Los reyes salieron al balcón acompañados por los miembros de sus séquitos y por parte de la familia real británica siendo los dos grandes ausentes Harry, que sí ha estado en la ceremonia religiosa, y Andrés de Inglaterra pero no han sido los únicos. Tampoco estaban los hijos y nietos de la princesa Ana o Beatriz y Eugenia, las hijas de Andrés. Junto a Carlos del Reino Unido estaban los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, con sus tres hijos Jorge, Carlota y Luis, nietos del monarca; la princesa Ana y su marido Timothy Laurence y el príncipe Eduardo con su esposa Sofía y sus hijos Luisa y Jacobo. Con este gesto, Carlos III demuestra quiénes son los miembros activos de la familia real británica.
Tras observar en familia el desfile aéreo militar y agradecer los saludos de los ciudadanos, la familia real británica regresó al interior de Buckingham pero, ante las peticiones de los ciudadanos allí presentes, Carlos III y Camila volvieron a salir al balcón para seguir recibiendo el cariño de los británicos.