El presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, utilizó la “muerte cruzada” como un mecanismo constitucional para superar la crisis política en el país. A diferencia de Perú, esta medida no generó disturbios ni conmoción social.
Lasso evitó un juicio político en su contra disolviendo el Parlamento y convocando elecciones anticipadas.
La aceptación de esta medida por parte de la oposición política y social ha sido destacada.
Lasso gobernará por decreto hasta que asuma su sucesor. Sin embargo, la falta de reacción en las calles indica que la gente aceptó esta salida como un castigo tanto para Lasso como para la desprestigiada Asamblea Nacional.
El adelanto de las elecciones brinda la oportunidad de que resurja el movimiento progresista liderado por el expresidente Rafael Correa.
El nuevo gobierno tendrá un mandato corto y limitado para realizar cambios.
Las elecciones anticipadas pondrán en discusión los problemas principales del país, como la inseguridad, la delincuencia, la emigración, la crisis económica, la pobreza, el desempleo y la corrupción.