La mancha del trabajo infantil, presente en toda América Latina, se expandió aún más como consecuencia del empobrecimiento y el deterioro económico social causado por la pandemia.
Hoy en día es una de las violaciones a los derechos humanos más amenazadoras para el futuro de la región, especialmente por el menoscabo en la educación de los menores.
El confinamiento redujo los ingresos de muchos hogares. El hambre y las múltiples necesidades empujaron a millones de familias a salir a la calle, en muchos casos acompañadas de menores obligados a trabajar.
“La pandemia ha afectado mucho a las familias. En 2021 hubo un incremento significativo de niños y niñas que entraron a trabajar”, explica la directora del área de calidad impacto de programas de la ONG Save the Children en Perú, Nelly Claux.
Esa situación de pobreza “hace que desde muy temprana edad los niños participen de la búsqueda de recursos”, agrega.
Perú “es el reino del trabajo informal”, asegura la portavoz de Save the Children.