Chile celebró este miércoles un nuevo hito en su dilatado proceso constituyente con la instalación del Consejo Constitucional que, tras el primer intento fallido en septiembre, redactará una nueva carta magna bajo el liderazgo de una mayoría de ultraderecha.
En una ceremonia sobria y sin simbolismos, en la que la voluntad de superar las diferencias marcó todos los discursos, los consejeros juraron su cargo –varios de ellos con mención a Dios incluida–, eligieron su mesa directiva y recibieron el borrador elaborado por 24 expertos a partir del cual tendrán que trabajar.
“No queremos caer en las divisiones del pasado, nuestra disposición es para superar la polarización actual”, expresó en su primer discurso la presidenta electa del Consejo Constitucional, Beatriz Hevia, abogada de 30 años del ultraderechista Partido Republicano, que tiene mayoría en el órgano y es partidario de mantener la actual Constitución, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
La votación, que se desarrolló sin sorpresas, dibujó los dos bloques que conforman el nuevo organismo: Hevia recibió los 22 apoyos de los republicanos más los 11 de los partidos de la derecha tradicional.
“Chile vive una crisis moral que se manifiesta en la descomposición de la vida familiar y en el desprecio por la autoridad y las normas”, añadió.