¿Cuántas mujeres que participaron en la Guerra de la Independencia puede nombrar? Seguramente, tras Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario, vengan pocas más a la mente. Sin embargo, son muchas las que contribuyeron.
“Históricamente, las mujeres han sido negadas e invisibilizadas en los procesos de luchas y resistencia del país, no sólo de la independencia”, dice Jocelyn S. Monroy León, historiadora e integrante de la Colectiva Las Hijas de Coyolxauhqui. Señala que, en México, la Historia se ha enfocado en destacar las hazañas de los hombres que participaron activamente, pero existe un sesgo en los trabajos que se desarrollan en torno a las mujeres en las distintas luchas armadas y políticas.
Hay documentos que registran su intervención, aunque estos no han sido siempre estudiados de manera académica. Gracias a estos escasos trabajos se sabe que fueron mujeres con distintos perfiles, indígenas, de clase baja, media y alta.
El papel de las mujeres en la Independencia de México
Silvia Ramírez Santiago, también parte de la colectiva Las Hijas de Coyolxauhqui, señala que las investigaciones han ido revelando más nombres, por lo que ahora se sabe que las mujeres ocuparon cargos importantes durante la Independencia: ayudaron a realizar planes, dirigieron ejércitos, llevaron correspondencia y armas escondidas.
¿Qué mujeres participaron en la Independencia?
Pero ¿quiénes eran ellas más allá de Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario? Ramírez señala a Mariana Rodríguez del Toro, quien luchó junto a su esposo. Fue encarcelada y murió antes de poder ver la consumación de la Independencia.
También está Manuela Medina, conocida como ‘La Capitana’. Ella se unió a las filas de José María Morelos, pero murió debido a las heridas que sufrió durante el combate.
O Luisa Martínez de García de Rojas, quien ayudó a los Insurgentes. Su función era comunicarles todos los planes que tenían las tropas virreinales. Pese a haber sido descubierta y detenida varias veces, continuó enviando información. La última vez no pudo pagar la multa y fue fusilada. A la lista se unen las hermanas González de Pénjamo, María Fermina, Altagracia Mercado, Carmen Camacho o María Petra Teruel de Velasco, entre otras.
Alejandra Hernández Vidal, divulgadora histórica, conferencista y profesora de Historia, menciona también ejemplos como el de Manuela Herrera conocida como la Benemérita Ciudadana, quien optó por quemar su hacienda antes de dar recursos al ejército realista.
Gertrudis Bocanegra se convirtió en correo de los insurgentes. María Teresa Medina de la Sota Riva, reunía en su casa, en Xalapa, a simpatizantes de la insurgencia. Al ser descubierta, debió jurar no inmiscuirse en la causa y fue exiliada. Petra Teruel de Velasco, llamada Ángel protector de los insurgentes, ayudó a salir de Ciudad de México a involucrados en la lucha y apoyó a quienes cayeron presos.
Otras se dedicaron a fabricar cartuchos y cuidar heridos en Coscomatepec, Veracruz. Sus nombres no se han perdido: María Soto ‘La Marina’, Teodosia Rodríguez, Ana Villegas, Casimira Camargo, Isabel Moreno, Juana Bautista Márquez, Brígida Álvarez, María Tomoda Estévez, Carmen Camacho, Luisa Martínez, Manuela Niño, Josefa Navarrete, Josefa Huerta, Rafaela López Aguado, Rita Perez de Moreno, María Josefa Marmolejo de Aldama, Francisca Marquina de Ocampo, Francisca y Magdalena Godos.
¿Quiénes las borraron y quiénes las vuelven a poner en la historia?
Hernández atribuye que la invisibilización de mujeres en la construcción de esta y otras narrativas históricas tiene que ver con que la producción histórica e historiográfica fue hecha por hombres, que retomaron sólo ciertos acontecimientos, procesos y movimientos de manera excluyente. “Ellos volvieron no relevantes a las mujeres”, afirma.
Además, a las que sí se mencionan -como Josefa Ortiz de Domínguez-, fueron parte de la élite novohispana y, por tanto, tenían un acercamiento a los grupos de poder en ese momento, explica.
Silvia Ramírez apunta a que sí existía “una gran diferencia”entre las mujeres de las clases populares y aquellas que pertenecían a las privilegiadas. Muchas de las mujeres que no se mencionan eran hilanderas, vendedoras, cocineras, obreras, trabajadoras sexuales, tabacaleras y tejedoras.
Las activistas Monroy y Ramírez advierten que aún falta mucho trabajo por hacer para nombrar a todas las mujeres y reconocer su intervención en todo el discurso histórico del país, pues los espacios para la investigación son muy limitados, el campo laboral es reducido y aún lo es más para las mujeres.