Luis Enrique, el seleccionador nacional de fútbol, ha introducido una novedad en los entrenamientos que consiste en echar mano de un walkie talkie mediante el que se comunica con los jugadores.
Que llevan un altavoz en la ropa a través del que le escuchan. Hasta ahí, perfecto, porque el sistema funciona y Luis Enrique ha hecho bien, pero saludar, como ha hecho la RFEF, ese cambio como “la última tecnología al servicio de los nuestros” suena casi como si fuera la enésima broma de ese líder sin par que es Luis Rubiales, porque en la NFL llevan utilizando intercomunicadores desde los años 50.
Yo mismo tenía ya walkie talkies (y tú también) allá por los años 80 y daba órdenes a mis hermanos desde el balcón para que buscasen cosas que había escondido yo antes por la calle.
Y es que el sistema de Luis Enrique no es ni siquiera una innovación en España, porque en 2005, el entonces entrenador del Real Madrid Vanderlei Luxemburgo utilizó ya intercomunicadores para dar instrucciones a Raúl, que llevaba un receptor en el oído, durante un partido amistoso, porque la Liga prohíbe desde hace décadas llevar este tipo de tecnologías a la vista en partidos oficiales.
En 1956, los responsables de los Cleveland Browns tomaron una decisión que, en aquella época, sí que fue revolucionaria: colocaron un receptor de señal de radio en el caso del quarterback.
El sistema fue mejorando poco a poco hasta que, en 2012, se decidió utilizar tecnología digital para reducir a cero las interferencias. Los árbitros de la NFL llevan intercomunicadores desde 2014 y aquí, en la Liga, los colegiados las usan desde 2018. ¿Dónde está pues la revolución? Pues, como tantas veces, en la cabeza del que lleva las redes sociales, en este caso, las de la RFEF.