Kyler Murray, ‘quarterback’ de los Arizona Cardinals, tiene como cláusula obligatoria el ‘self-study’ de sus rivales y de su propio juego.
La ‘off-season’ en la NFL ha tenido como protagonista a Kyler Murray. El que fuese número 1 del Draft -y también elegido en el de la MLB, cosa que le hace un proyecto histórico- debatía su futuro con su franquicia, los Arizona Cardinals. Las negociaciones llegaron a buen puerto, y ‘K1’ firmó un contrato espectacular: de 230 millones de dólares.
El segundo mejor en toda la NFL, una cantidad de estrella total y absoluta del juego. Solo le supera el MVP, Aaron Rodgers. Una apuesta clara de los Cardinals por reforzar su base en ataque -junto a DeAndre Hopkins- que había llevado a los de Arizona a empezar la temporada pasada como mejor equipo. Hasta ahí todo normal, con la salvedad de una sorprendente cláusula obligatoria en el contrato.
Los Cardinals obligan a su jugador de más de 200 millones a pasar por el ‘pupitre’. Murray tendrá que estudiar cuatro horas semanales. Conocido como ‘self study’, o auto-estudio. Tanto de los partidos, como de los rivales y de su ‘plan de jugadas’. En otras palabras, le piden más compromiso con lo que dibujan sus entrenadores porque ‘para ello le pagan’.
Los Cardinals también explican que si hace otras cosas, como ver la televisión o navegar en internet durante esas horas, incumpliría esa cláusula. Una medida que tiene que ver con las críticas que se cernían sobre el jugador en el pasado curso por falta de liderazgo dentro del vestuario del equipo de la Costa Oeste.