Liga Brasileña: Grêmio otro gigante descendido

Buena gestión económica, mala administración deportiva: por el equipo de Porto Alegre pasaron cuatro entrenadores en poco tiempo y el equipo, con figuras, nunca terminó de consolidarse.

Otro grande a la Serie B de Brasil: Grêmio descendió del Brasileirão a pesar de un superávit estupendo.

A pesar de que las matemáticas marcaban un 96% de “riesgo de descenso” antes de la última fecha del Campeonato Brasileño, Grêmio, “El Inmortal”, luchó hasta el final para evitar lo que, desde la mirada objetiva –no pasional–, parecía escrito. El Tricolor Gaúcho tenía que vencer a Mineiro y esperar derrotas de Juventude (local ante Corinthians) y Bahía (visitante de Fortaleza) para no caer.

Cumplió con su parte al derrotar por 4 a 3 al Galo, indiscutible campeón del certamen (jugó con suplentes porque el domingo afrontará la ida de la final de la Copa de Brasil contra Paranaense). Sin embargo, la victoria de Juventude sobre el Timão en Caxias do Sul, 1 a 0, garantizó la permanencia de los albiverdes, consumando a su vez el descenso de los de Porto Alegre y el de los de Salvador (que perdieron frente al Fortaleza de Juan Pablo Vojvoda, 2 a 1). De esta manera, Grêmio, tricampeón de la Copa Libertadores, sufrió su tercera caída a la segunda categoría (las anteriores fueron en 1991 y 2004).

Tarde. Ya era tarde cuando los dirigentes gremistas incentivaron al plantel con un jugoso premio por no descender. Extraoficialmente, también se habló de “recompensas veladas” a Corinthians y Fortaleza, que jugaron la última fecha frente a los clubes a los cuales Grêmio podía superar en puntaje para salvarse. Fue tarde, sobre todo, para la reacción de un elenco que comenzó la temporada como favorito del Brasileirão y con ambiciones continentales y que luego, en cambio, pasó la segunda mitad del torneo dejando “para después” la tarea de, al menos, alejarse de la zona “Z4″ (en Brasil se llama así a la parte más baja de la tabla, donde están los cuatro que descienden a la Serie B).

Otra vez un gigante sudamericano pierde la categoría. En su propio estadio, ante su gente, que llenó el magnífico Arena do Grêmio con la expectativa de ser parte de un nuevo capítulo épico, otro en su historia plagada de partidos memorables, y se volvió a casa digiriendo ese trago amargo que ya venía saboreando. Además, uno de sus símbolos, el argentino Walter Kannemann, tuvo que verlo desde fuera porque, además de estar suspendido para el duelo con Mineiro, se operó de la cadera en la noche del miércoles y su plazo de regreso está estipulado para dentro de cuatro meses.

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