México, Estados Unidos y Canadá serán sedes del próximo Mundial de la FIFA en 2026. Solo el proceso de Catar dejó US$ 7.500 millones en cuatro años. El mundial de Norteamérica aspira a superar, casi sin problemas los US$ 8.000 millones.
En febrero de 2018, un par de enormes libros brillaban bajo el Sol del mediodía en el Estadio Azteca. Dos tomos que expresaban, entre muchas otras cosas, el deseo de México de albergar su tercera Copa del Mundo.
Los directivos de la Federación Mexicana de Fútbol, junto al Gobierno Federal, formalizaban su deseo de que nuestro país recibiera el Mundial de 2026. Pero la historia comenzó antes, en agosto de 2017, cuando, junto con Canadá y Estados Unidos, se decidió ir en equipo para hospedar el campeonato. De eso ya han pasado cinco años y, para cuando dé inicio el torneo, serán nueve.
En junio de 2018, la candidatura de México, Estados Unidos y Canadá derrotó a la de Marruecos por 134 votos a 65. Por primera vez, todos los agremiados de FIFA votaron para determinar la sede del Mundial. Después de la polémica y corrupción para elegir a Rusia y Qatar, se modificó la forma de elegir dónde sería el torneo más importante de la organización.
La Copa del Mundo 2026 tendrá varios hitos relevantes: será el primer torneo que se realizará en tres países (México, Estados Unidos y Canadá) y por primera vez habrá 48 selecciones presentes.
Según las expectativas, el Mundial de la FIFA 2026 será el negocio más grande que haya hecho la FIFA, superando los US$ 8.000 millones y las ciudades sedes tendrán una derrama económica que oscilará entre los US$150 millones y los US$ 700 millones.
¿Dónde está la magia? Hay varios elementos que suman para que sea el Mundial con mayor impacto global de la historia. Estados Unidos es el nuevo imán para la industria del fútbol mundial; México, además de su tradición futbolera, cuenta con una de las bases de aficionados de selecciones mundiales más grandes en todo el planeta; y Canadá es un mercado emergente en este deporte.
Según datos de SportBusiness, América del Norte contribuye con el 25% del total de patrocinios deportivos en el mundo y cada año se invierten más de US$ 40.000 millones en México, Estados Unidos y Canadá en radio, televisión, internet, prensa y en publicidad de programas deportivos.
Si contamos el factor de selecciones nacionales, la de México (ya clasificada, por ser una de las sedes) cuenta con una base de seguidores (considerando nuestro país y Estados Unidos) de al menos 160 millones de personas, según datos de Soccer United Marketing.
¿Por qué es tan relevante este dato? Estamos hablando de que, si todas esas personas estuvieran en un solo país, este sería el octavo más poblado del mundo, más que toda la población que hay en Rusia, Bangladesh y, obviamente, México.
La próxima Copa Mundial será la primera, después de Rusia 2018 y Qatar 2022, que no enfrentará (al menos, de entrada) rechazo de la comunidad global, y que hasta ahora está libre de acusaciones de corrupción, como sí sucedió con las dos anteriores.
Uno de los puntos más importantes a destacar es que, después de lo que invirtieron Rusia y Qatar para organizar “su Mundial” (unos US$ 231.600 millones), la Copa de América del Norte, según estimaciones estipuladas en el documento de “Evaluación” de la FIFA, el costo será de entre US$ 2.160 millones y US$2.500 millones.
Hay que acotar que este dato corresponde solo a la inversión que se realiza única y exclusivamente en lo referente al torneo: desde estadios, operación, administración y demás, pero no a las adecuaciones, como carreteras, aeropuertos y conexiones (que, generalmente, corren a cargo de los gobiernos nacionales y locales y es donde la cifra suele incrementarse sustancialmente). Por ahora, no hay un dato económico al respecto.
A mediados de 2022, la FIFA anunció las 16 sedes del evento que, por primera vez, recaerá en tres países y contará con más estadios para la celebración de los partidos de un torneo que ahora tendrá 48 competidores.
Los costos siempre preocupan. Según datos recopilados por esta publicación sobre los presupuestos iniciales de las Copas del Mundo entre 2002 y 2018, estos siempre aumentan entre US$ 600 millones y US$ 3.000 millones.
Tener (en teoría) la “copa más austera” de este siglo, no es poca cosa. Otra historia será si cumplen esa promesa México, Estados Unidos y Canadá.
Toronto, en su reporte interno, detalla lo siguiente: “En general, se proyecta que las operaciones y los costos de capital en que se incurrirá localmente en Toronto sean de aproximadamente US$ 290 millones para 2026, incluida una contingencia del 10 % por las condiciones económicas actuales”.
Gregg Caren, director ejecutivo de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Filadelfia, detalló cifras similares respecto a su costo de organización. Según datos oficiales, se necesitará de al menos unos 262 mdd para albergar los partidos.
“La sociedad civil en países como Sudáfrica o Brasil (sedes del Mundial en 2010 y 2014) se quejó de que el dinero que podría haber ido al transporte, vialidades o servicios, se destinó a la construcción de estadios. Eso no pasará con nosotros, porque los estadios son privados y la inversión es de los dueños de los inmuebles. Además, fue parte de las esencia de la candidatura: que no hubiera gastos excesivos”, comentó Gregg Caren.
En términos de impacto económico, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Yon de Luisa, comentó que se espera que, entre las tres urbes elegidas del país (Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey), la derrama sea de unos US$ 500 millones y se generen unos 12.000 puestos de trabajo. La expectativa, de acuerdo con las proyecciones que se han realizado, es que, entre las ciudades sede, se reciban unos 500.000 visitantes.
Yon le comentó hace unos meses a Forbes México: “Tenemos tres sedes porque son las que cumplen con las necesidades que se requieren; está la infraestructura necesaria, en términos de estadios, aeropuertos, hospitales, carreteras. Nosotros nos comprometemos con los recursos que ya tenemos”.
La encuestadora Ipsos consultó a 1.000 residentes de Estados Unidos, México y Canadá, para conocer cuál era el nivel de aprobación que tenía el torneo. Se detectó que la aceptación era relevante: 83% respondió a favor de sí organizarlo.
Las expectativas, pues, son altas. La estimación es vender más de 5 millones de boletos, que dejarán unos US$ 2.000 millones. A esto último, habría que sumar entre US$ 2.200 millones y US$ 3.500 millones por venta de derechos de transmisión, más merchandising y nuevos patrocinios.
El proceso (que duró cuatro años) de Catar dejó US$ 7.500 millones y el Mundial de Norteamérica aspira a superar, casi sin problemas, los US$ 8.000 millones. ¿Lo logrará? La respuesta se construirá a partir de 2023.