Revisando mis escritos, me encontré con este artículo que escribí hace algún tiempo. Cuando empecé a leerlo, lo estaba haciendo como de costumbre, bastante rápido. Paré y empecé de nuevo, leyendo más despacio y pensando acerca del significado de cada palabra, como la “vejez”, que nadie o pocos quieren escuchar.
Les cuento, llego a un año más a mi vida. Hace unos días fue mi cumpleaños. El tiempo tiene su manera especial para tomarte desprevenido al paso de los años. Me parece que ayer nomás era una chiquilla, pero no. ¿A dónde fueron los años? Solo sé que los viví.
Tengo visiones de cómo fueron, y de todas mis ilusiones y sueños. Ya me llegó ‘El invierno de mi vida’ y me ha tomado de sorpresa. ¿Cómo llegué aquí tan rápido? ¿Dónde fueron los años de mi juventud?
Recuerdo que pensaba que la madurez o vejez estaban muy lejos, que no podía imaginar cómo serían, pero llegaron. Muchos de mis amigos están ya retirados y están volviéndose ‘grises’ como yo. Algunos están en buena forma y saludables, otros con achaques peor que yo, pero veo el cambio. Eran jóvenes y vibrantes, pero la edad empieza a sentir y a notarse.
Así, he entrado en esta nueva etapa de la vida, sin preparación alguna para sufrir dolores ni achaques.
Pero, ahora empieza otra aventura en mi vida. Tengo arrepentimientos por haber hecho cosas que hubiese querido no haber hecho, y por no hacer cosas que sí, debí hacer. Pero hay muchas más de las que estoy contenta.
Amiga, si aún no te ha llegado tu invierno, déjame recordarte que vendrá mucho más rápido de lo que piensas. Pero si tienes en mente alguna cosa que quieras hacer o lograr en tu vida, hazlo rápido, no lo pospongas por mucho tiempo, la vida se pasa muy rápido. Haz todo lo que puedas hoy, porque nunca estarás seguro de si ya estás en tu invierno o no. Di ahora las cosas que quieres que tus seres queridos recuerden.
La vida es un regalo de Dios. Haz de tu vida, algo único, agradable, fantástico para ti y para tus seres queridos. Vive bien, goza los días, haz cosas agradables. Sé feliz, pero recuerda, “La riqueza es la salud, no el dinero ni las cosas materiales”. Finalmente te sugiero que goces de tu vida mientras dure, y recuerda que, salir a la calle es bueno, pero regresar es mejor.
Si olvidas nombres, no importa, a lo mejor esas personas olvidaron que te conocieron. No te preocupes si subes una talla más de ropa. Tendrás en tu escaparate una talla que nunca volverás a usar. Te sentirás tan bien, regalándosela a alguien que la está necesitando. Tenemos tantas cosas que no usamos, o que las vemos viejas, pero hay muchos que lo necesitan con urgencia. Hay algo que debes recordar, y es que mucho, muchísimo de lo viejo fue bueno: Canciones, películas clásicas y lo mejor de todo, tus grandes amigos del alma.
Por todo esto, hay que aprender a valorar las pequeñas cosas de la vida. Muchas veces, el agitado ritmo en que vivimos, no nos permite tomar tiempo para observar las maravillas que nos rodean. Sin embargo, la felicidad y los mejores momentos de la vida se esconden tras pequeñas cosas que muchas veces consideramos insignificantes. Ahora, solo quiero comprender la importancia de vivir el presente, de valorar a las personas que me rodean, de reírme hoy de lo que ayer me hizo llorar, y de disfrutar todos y cada uno de los momentos de mi vida.
Repito lo que hace unos días escribí: Que se dice, que, a cierta edad, las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, que somos inexistentes, que solo caben los jóvenes. Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy posible, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora. A esta edad, descubrí que no soy perfecta ni tampoco princesa: Descubrí al ser humano que soy con mis defectos y cualidades.
Por último: Nunca hay que quedarse con la sensación de no haber vivido; no olvides que eres muy afortunado simplemente por estar vivo.