El gobierno de Estados Unidos anunció el pasado martes 17 de mayo algunas medidas, que como informara la prensa internacional, ārelajoā las sanciones impuestas contra los gobernantes e instituciones de Venezuela.
Ciertamente, y a juicio de quien hace este anÔlisis, no hubo tal relajo, tampoco hubo nuevas sanciones. Lo que hizo la administración Biden fue tomar dos medidas que, por un lado benefician, en el futuro próximo, a una empresa 100% estadounidense (ex del grupo de las 7 hermanas), CHEVRON, y por el otro, un gesto amistoso con el gobierno de Maduro.
La primera de ellas es la de autorizar a Chevron Corp. a renegociar su licencia con la petrolera estatal PDVSA, pero no perforar ni exportar petróleo de origen venezolano.
Chevron, con sede en California, es la Ćŗltima gran compaƱĆa petrolera estadounidense en hacer negocios en Venezuela, sus primeras inversiones en el paĆs datan del aƱo 1920. Esta empresa produjo alrededor de 200.000 barriles por dĆa en 2019, pero en 2020 el gobierno de Estados Unidos le ordenó reducir la producción y desde entonces solo se le ha permitido realizar trabajos esenciales en pozos petroleros para preservar sus activos y niveles de empleo en Venezuela.
La nueva medida permite a āChevron negociar los tĆ©rminos de posibles actividades futuras en Venezuelaā, por ahora, ni un paso mĆ”s allĆ” de eso. Es importante seƱalar que esa autorización no es nueva ya que cada 6 meses CHEVRON la solicitaba al gobierno estadounidense y era otorgada, el cambio estarĆa en que ahora no serĆa necesario solicitar una renovación de la misma. Motivo por el cual no se puede hablar de relajamiento.
Y la segunda, eliminar de una lista de personas sancionadas, al sr. Carlos Erik Malpica Flores, ex alto funcionario de PDVSA y otros organismos del Estado Venezolano, ademĆ”s de ser sobrino de la primera dama de Venezuela. Lo que necesariamente habrĆa que interpretarlo mĆ”s, como una concesión graciosa y exclusiva a la familia Maduro-Flores, que como un relajamiento de sanciones y que poco o nada aporta a las futuras relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.
El Sr. Malpica Flores fue tesorero nacional y vicepresidente de finanzas de PDVSA. Fue sancionado en el 2017, cuando Estados Unidos apuntó a personas vinculadas con la corrupción gubernamental venezolana. Vale seƱalar que decenas de venezolanos, incluido el fiscal general del paĆs y el jefe del sistema penitenciario, y mĆ”s de 140 entidades, entre ellas el Banco Central de Venezuela, seguirĆ”n sancionadas. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos continuarĆ” prohibiendo las transacciones con el gobierno venezolano y PDVSA dentro de los mercados financieros estadounidenses.
El propio Maduro estĆ” bajo acusación en Estados Unidos, acusado de conspirar para āinundar Estados Unidos con cocaĆnaā y utilizar el narcotrĆ”fico como āarma contra Estados Unidosā. Lo anterior no va a cambiar. Por ahora.
A mi modo de ver, estas medidas deben verse en diferentes planos, siendo el primero de ellos, el global y cuyo telón de fondo es la guerra que actualmente se desarrolla entre Rusia y Ucrania. Estados Unidos tomó la decisión de prohibir la importación de petróleo ruso lo cual lo llevó a voltear la vista, entre otros, hacia una Venezuela, poco confiable y la medida apunta a que esa empresa pueda seguir operando en āterritorio hostilā. Sin embargo, al mismo tiempo, prohĆbe a sus ciudadanos, asĆ sean de a pie, reunirse con sus homólogos venezolanos para abordar temas de negocios.
Me atreverĆa a pensar que la primera de ellas apunta a aliviar, en el futuro, la necesidad de gas y petróleo de Europa, por un lado para apoyar la eliminación de la dependencia energĆ©tica europea de Rusia y por el otro, con la reaparición de Venezuela en el mercado petrolero mundial se iniciarĆa el camino hacia el equilibrio de los precios del petróleo a nivel global. Y llegó a esa conclusión por las declaraciones realizadas por la secretarĆa de EnergĆa de Estados Unidos, Jennifer Granholm, en el sentido de que Estados Unidos no importarĆ” petróleo de IrĆ”n ni de Venezuela. Esa declaración de prensa fue realizada 2 dĆas despuĆ©s de que la administración Biden anunciara el supuesto alivio de las sanciones.
El segundo plano es el de la estabilidad polĆtica de Venezuela y en este sentido, el escenario nos indica que tres son los pilares que orientan la posición Estados Unidos: el interĆ©s en el petróleo venezolano, el apoyo a la vuelta a la mesa de negociación y la vinculación de las sanciones a los acuerdos concretos que se alcancen en ella y no por el acceso al sector petrolero.
Lo indicado anteriormente es importante porque tiene que ver con el futuro polĆtico de Venezuela. Y es que ese enfoque calibrado busca una hoja de ruta clara en paĆs, donde el Ćŗnico camino que se aspira que tenga el rĆ©gimen venezolano, para el levantamiento de las sanciones por parte de Estados Unidos, sea la negociación entre el rĆ©gimen de Maduro y la oposición, y que conduzca a resultados concretos, la cual, en principio se retomarĆa pronto en MĆ©xico.
Si el Gobierno de NicolĆ”s Maduro regresa a las negociaciones con la oposición, y se obtiene el compromiso serio de garantizar elecciones libres y justas en 2024, Estados Unidos podrĆa permitir que Chevron comience a enviar equipos a Venezuela.
Si el gobierno de Nicolas Maduro accede a que se realicen elecciones libres y justas en el 2024, Estados Unidos revisarĆ” las sanciones impuestas por el gobierno de Trump. De lo contrario verĆamos el regreso al status quo anterior, asĆ como tambiĆ©n el retorno de Malpica Flores a la lista de chicos malos de Estados Unidos.
Como se podrĆa interpretar esto?A mi modo de ver, Estados Unidos entendió que la oposición no estĆ” en condiciones de producir un cambio en Venezuela, por lo que era necesario asumir posiciones firmes que ademĆ”s de facilitar el diĆ”logo bilateral, permita la celebración de elecciones libres, ajustadas a los preceptos democrĆ”ticos. Reitero, ello pasa por realizar algunas concesiones a Maduro que no comprometan el interĆ©s nacional de Estados Unidos, pero que al mismo tiempo permita a la oposición reorganizarse y pueda elegir un candidato para la elección presidencial del 2024, y en torno al cual girarĆa todos los grupos y partidos que se oponen al rĆ©gimen de Maduro.
Los riesgos, siguen siendo muchos, pero los mayores pudieran ser la inmovilidad, el debate pĆŗblico desconcertante que no transmite seguridad a la ciudadanĆa, a esos riesgos le agregarĆa la designación de un candidato opositor que no pueda generar suficiente credibilidad en la sociedad y que no pueda soportar la presión de una oposición liderada por el madurismo.