El tema “hot” del momento es si viene o no una recesión global. A los fines de entender claramente de lo que se trata es de vital importancia saber lo que ese término técnico-económico significa.
De manera flexible se puede definir como “una disminución significativa de la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura unos pocos meses”. Organismos internacionales como el Banco Mundial o el FMI consideran una recesión global, como un año en el que un ciudadano promedio experimenta una caída de su ingreso real.
Entre las contracciones económicas globales más profundas de las últimas décadas cabe mencionar las de 1975, 1982, 1991, 2009 y de 2020.
Tengo la sensación de que este tema se está manejando muy parecido al cuento de Gabriel García Márquez que relata la historia de una mujer que a la hora del desayuno les dice a sus dos hijos que amaneció con el presentimiento “de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”. “En el transcurso del día la impresión pasa del rumor a la certeza compartida y se convierte en pánico colectivo, tras el cual los habitantes huyen despavoridos del lugar”. Así se cierra un pronóstico que fue, en sí mismo, la causa de que se hiciera realidad.
Según ese punto de vista, de tanto hablar de declive, el planeta se encamina a un frenazo económico importante.
Ciertamente, no hay nadie que pueda dar como un hecho cierto de que una recesión global sentara sus reales en este planeta, sin embargo eso crea incertidumbre. Ello se debe a varias razones:
1.-la recesión pandémica de 2020 todavía no ha terminado y ello se debe a que se mantienen en algunos países algunas restricciones que afectan directamente el desenvolvimiento económico interno y su participación en el comercio mundial.
Es el caso de China, que representa el 20%, aproximadamente, de la producción mundial. Ello es importante porque una desaceleración de su economía tendría un impacto directo en el resto del mundo, tanto por su importancia como comprador de bienes y servicios de otros países, como por su rol clave en las cadenas de suministro que abastecen al comercio internacional. Vale señalar que China mantiene la política de CERO COVID, lo cual provoca el cierre de ciudades enteras para evitar los contagios.
2.-Una economía tan globalizada como la Estados Unidos ha sufrido poco en comparación con otras como las europeas. Un ejemplo de ello es que el mes pasado la economía más grande del mundo registró un aumento de 372.000 personas empleadas, una cifra que superó con creces las expectativas de los analistas, el índice de desocupación en 3,6 por ciento, muy cerca de los mínimos históricos, sino que aleja los temores sobre una fuerte desaceleración en el ritmo de los negocios en este país.
3.- En medio de todo esto no se ha contado de la guerra provocada por Rusia en Ucrania, que no solamente ha contribuido al incremento del hambre en ciertas regiones del planeta, también ha provocado un pseudo embargo energético a Europa, disminuyendo el suministro de gas natural y el recorte de los despachos de petróleo. El camino se complicaría más si vienen racionamientos de electricidad apenas empiecen a bajar las temperaturas en este último trimestre. El impacto social sería terrible.
Uno de los elementos que hace compleja la coyuntura es la perspectiva de que esta confrontación se prolongue más allá del presente año 2022 ya que se agudizara, aun mas, la escasez de cereales, hidrocarburos y minerales. Eso si va a ser un gran problema para la economía mundial.
Mientras las respuestas, tanto de la Reserva Federal como de los bancos centrales se han basado en las recomendaciones de los libros de economía: “la moderación en el consumo hará que la demanda y la oferta vuelvan a equilibrarse y todo regrese a la normalidad. En eso consiste el anhelado “aterrizaje suave” del cual hablan los especialistas”. Es decir ante la acumulación de presiones, numerosos bancos centrales comenzaron a subir el costo del dinero, algo que eventualmente encarecerá los créditos y llevará a las personas a posponer sus decisiones de compra.
No obstante, en la práctica eso no es tan sencillo porque no todos los mercados se acomodan al mismo tiempo ni cada circunstancia individual es la misma. De tal manera que aunque los incendios se parezcan en sus inicios, la manera de apagar cada foco varía y está sujeta a las condiciones particulares del terreno y del viento. Además, hay que considerar los efectos colaterales de que la situación empeore en ciertas áreas, mientras que en otras el impacto se puede aislar.
Entre los economistas y los banqueros las opiniones son divididas respecto a si el mundo va directo a una recesión o si solo se trata de una desaceleración económica.
Mientras, el costo de la vida continúa escalando los bancos centrales seguirán subiendo las tasas de interés para detener las presiones inflacionarias. El problema es que la subida de los intereses, si bien puede controlar la inflación, encarece el costo de pedir dinero prestado y de cumplir con el pago de las deudas, actuando como un freno al crecimiento económico.
Sea como sea, los sobresaltos apuntan a convertirse en la norma y no la excepción en los meses que vienen. La combinación de dificultades en lo económico con una realidad geopolítica particularmente compleja no deja mucho espacio para el optimismo.
Para sintetizarlo en una frase, vienen tiempos duros para muchos porque el crecimiento global será más bajo y los intereses seguirán al alza. Un grupo de países emergentes, en América Latina, África y Asia, encontrarán problemas en manejar un escenario recesivo, mientras y como siempre los países desarrollados tendrán mayor capacidad para manejar la situación y muy probablemente saldrán ganando si saben jugar sus cartas acertadamente, de lo cual no hay la menor duda.
De no ser así, las voces de la gente aumentarán de tono “de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”.
Como digo siempre: ESPEREMOS Y VEREMOS