El 18 de julio de 1994 a las 9:53 horas de la mañana, un automóvil se estrelló y explotó contra la sede de la Asociación Mutual Israelita (AMIA), ubicada en una calle céntrica de la ciudad de Buenos Aires, la calle Pasteur, la cual quedó completamente destruida afectando a otros edificios cercanos. Ese acto terrorista dejó un saldo de 85 personas muertas y 300 heridos, quienes se encontraban dentro y fuera de la institución.
Sin embargo, esta no era la primera vez que la comunidad judía era el objetivo de un atentado terrorista. El 17 de marzo de 1992 la Embajada de Israel ubicada en la ciudad de Buenos Aires fue también destruida completamente por un coche bomba causando la muerte de 29 personas y 242 heridos. Quien escribe estas líneas se encontraba viviendo en Buenos Aires por razones de trabajo, y en ese instante me encontraba muy cerca de la Embajada de Israel en Argentina.
Cierto es que este desgraciado evento trajo consigo muchas polémicas y no menos causas judiciales, pero lo que se nota, a vuelo de pájaro, es que se dejó una maraña de cosas difíciles de desenredar imposibles de tener certeza de quien, porque y quien colaboró para que se ejecutara ese atentado. Entre los sospechosos de complicidad surgieron, ese momento, el presidente de turno Carlos Saúl Menem quien ejerció la presidencia de Argentina durante los años 1989 y 1999, periodo de Gobierno que coincide con los atentados de la AMIA, policías acusados y condenados a prisión por colaboradores, los dos presidentes Kirchner: Alberto y Cristina, esta ultima actual vicepresidente de Argentina, a lo cual hay que, necesariamente agregarle el asesinato del Fiscal Especial designado para la investigación del atentado y la participación de Irán, Dr. Alberto Nisman, el único de los tres fiscales no comprometido con el supuesto encubrimiento de los hechos.
Es de hacer notar que en enero de 2015, el fiscal Nisman, presentó una denuncia contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y su excanciller Héctor Timerman y otros funcionarios, por considerar que eran parte de un plan delictivo orientado a encubrir a los iraníes acusados en la causa. El lunes 18 de enero de 2015, horas antes de tener que presentarse ante el Congreso para informar sobre la denuncia presentada, y poco antes de iniciarse el juicio por encubrimiento, Nisman fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza en su departamento de Buenos Aires. La muerte de Nisman, cuya investigación aún no había concluido seis años después de haberla iniciado, y aun en el año 2022 la causa aún no se encuentra ni siquiera en estado de ser elevada a juicio, tiene un solo imputado, Diego Lagomarsino, empleado de Nisman y propietario del arma que causó la muerte del fiscal.
Desde entonces, los distintos gobiernos argentinos han requerido a Irán, sin éxito, la extradición de sus ciudadanos acusados por el ataque para ser juzgados por un tribunal argentino o extranjero. Es decir, la construcción de una autopista que no lleva a ninguna parte.
También es de hacer notar que 28 años después del atentado a la AMIA y 16 años después de la muerte del fiscal especial NISMAN, nada está claro, sino todo lo contrario, ya que para empatar el juego, como se dice en la jerga beisbolistica, hace apenas una semana apareció un informe del “Instituto israelí de Inteligencia y Operaciones Especiales”, MOSSAD responsable de la recopilación de información de inteligencia, acción encubierta, espionaje y contraterrorismo en todo el mundo, la más prestigiosa agencia de espionaje en el mundo, en el que se señala que : “Hezbolá organizó una célula para llevar a cabo los atentados y rechazó las sospechas de que hubiera argentinos o funcionarios iraníes en Buenos Aires”.
El contenido de dicho informe fue publicado por el New York Times y en el que claramente se indica que los dos ataques terroristas contra objetivos israelíes y judíos en Buenos Aires en la década de 1990 en los que murieron decenas de personas fueron llevados a cabo por una unidad secreta de Hezbolá cuyos agentes, contrario a las afirmaciones generalizadas, no fueron ayudados a sabiendas por ciudadanos argentinos ni asistidos en el terreno por Irán, según una investigación del Mosad, el servicio secreto de Israel.
Y Para no dejar espacio a ninguna conjetura maligna, el mismo informe señala que el Mossad aún cree que Irán, que respalda a Hezbolá, aprobó y financió los atentados y suministró el entrenamiento y el equipo, en esa materia todo es posible. Vale señalar que las averiguaciones refutan las afirmaciones sostenidas por mucho tiempo por Israel, Argentina y Estados Unidos de que Teherán tuvo un papel operativo. También rebate las sospechas de que funcionarios locales hubieran sido cómplices de los ataques.
El Mossad entiende que no hubo apoyo operativo de Irán en el terreno para concretar el ataque a la AMIA. Sin embargo la justicia argentina cree que funcionarios de la embajada de Irán en Buenos Aires, fueron quienes le dieron cobertura y apoyo al grupo operativo que ejecutó el ataque.
Muchos son los puntos oscuros en esta tragedia, el caso de la AMIA y el atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires son dos hechos catastróficos que dejaron su marca en la historia del país. La falta de respuestas, las fallidas investigaciones, los encubrimientos, los colaboradores que facilitaron la realización de dicha acción violenta, hacen del mismo un punto oscuro en toda la historia de ese país.
28 años después sigue sin haber un responsable claro que esté cumpliendo su condena en prisión y tampoco aparecen las respuestas hacia las numéricas preguntas que al parecer nunca van a tener una respuesta.
Como expresa una conocida frase, “lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”.