Desde que tengo uso de razón, el cuento de la hermandad latinoamericana sigue circulando sin pena ni gloria por todos los rincones de América Latina. Los padres fundadores de nuestras respectivas naciones hicieron un gran esfuerzo por la liberación de nuestros países, sin embargo, hoy el encargo que nos dejaron, de sacar adelante a nuestras sociedades no se ha podido cumplir, demasiadas diferencias políticas, muchos intereses económicos y personales de por medio, demasiada ignorancia sobre cómo enfrentar el día a día de un país.
Creo que uno de los ejemplos más patéticos de lo que antes mencioné fue el caso de La Gran Colombia, creada por Simón Bolívar con una visión continental del desarrollo político económico y social, creación que fue apoyada por muchos, pero pocos lograron deshacerla. Vale señalar que Bolívar murió en un país distinto de donde nació y repudiado por el estamento político gobernante en la Venezuela de entonces. Hoy en día, a mediados de 2022, seguimos con la misma cruz sobre el hombro, sin que los gobiernos, ni progresistas ni de derecha, ni de centro y mucho menos los autoritarios de izquierda puedan reforzar los vínculos regionales.
Si bien es cierto que desde el inicio de la llegada de la llamada «marea rosa», finales de los 90 ‘s-agosto de 2022, la unidad latinoamericana parecía ser parte del espíritu de las propuestas políticas, también lo es que hoy es apenas una frase vacía. Y es que los tiempos políticos, económicos y sociales son distintos, y los gobiernos latinoamericanos no atinan, ni siquiera, a resolver los problemas domésticos.
Las urgencias materiales y domésticas mandan.
A ello habría que sumarle el tormentoso escenario internacional, lo que para América Latina, significa caminar por el mundo, como dicen los guerrilleros: con pie de garza, para evitar una tragedia de enormes consecuencias. Ello implica caminar por un camino minado, representado por las tensiones del ascenso de China, que de paso es uno de los principales socios comerciales de la región y la postura de Estados Unidos, la guerra en Europa Rusia contra Ucrania que diariamente nos recuerda el EFECTO MARIPOSA. Quiero creer que cada gobierno atiende su patio interno y solo por momentos, los presidentes latinoamericanos rezan la misma oración: “hermandad latinoamericana”. Ciertamente nadie se explica para que invoquen esta oración ya que no hay hechos que la sustenten. Y lo que es peor, cada país central exige a sus aliados mantener relaciones carnales permanentemente como prueba de lealtad.
Los diferentes esquemas de integración que se han ensayado en la región son eso solo ENSAYO, ni siquiera se le puede agregar la palabra: Y ERROR porque implicaría corrección de los errores cometidos y avance hacia estadios prometedores, ya que todos, la CAN, ALADI, SELA, UNASUR y muchos más representan un estruendoso fracaso de los diferentes gobiernos que se han paseado por Latinoamérica. La integración es más una expresión de deseos que de resultados obtenidos. De esas organizaciones solo quedan los edificios que una vez acogieron a miles de funcionarios gubernamentales que intentaron en vano, materializar el sueño de los padres fundadores.
A veces me pregunto, ¿para qué sirven los saludos y las fotos grupales entre los líderes de los países, cuando termina un encuentro de alto nivel? ¿Para que los slogans den un nuevo giro hacia la prosperidad y el desarrollo? Si seguimos en la misma ruta de siempre. Como señalé anteriormente faltan hechos que lo sustenten.
Desde finales de los 90’s, el progresismo era una tendencia en ascenso y las diferencias entre los gobiernos quedaban diluidas con el término POSNEOLIBERAL, pero no ha sido fácil, debido a las permanentes presiones de las derechas y a las propias crisis internas de los sectores de izquierda en el poder.
Es el caso de nuevos gobernantes como Gabriel Boric en Chile y recientemente Gustavo Petro Colombia. Este último en su discurso, hace una semana, durante su asunción a la Presidencia de Colombia, sacó el tema de la hermandad latinoamericana diciendo: “ha llegado la hora de la integración latinoamericana, es un día histórico.” El mismísimo discurso del difunto Chávez. Como nos dice el consejo popular: “tanto nadar para quedar en la orilla”. El regionalismo deberá seguir en el salón de espera.
Con gobiernos como en Argentina cuyo vicepresidente y expresidente del país, la Sra. Cistina Kirshner está siendo acusada judicialmente por haber conformado un red de corrupción desde su gobierno que ha dejado al país en bancarrota, en el Chile de Gabriel Boric que tampoco ha podido darle respuestas a los que lo llevaron al poder y su popularidad cayó a menos de 30%, o el de Venezuela que se debate entre la corrupción, el autoritarismo y la pelea por participar en el juego de poder mundial sin tener con qué. El caso de López Obrador en México quien se las arregló para poder dar un paso para adelante y otro para atrás al mismo tiempo o Perú, un ejemplo de lo que más nunca debe suceder en ninguna región del mundo, jamás se podrá llegar a buen puerto, sería como atravesar el tapón del Darién en plena estación de lluvias.
No se trata solo de mayorías o minorías parlamentarias, sino de sociedades insatisfechas que no encuentran respuestas en los líderes que llevaron al poder. Por si no lo sabían el ser humano necesita poner los pies debajo de la mesa tres veces diarias y no lo está haciendo. Tampoco se trata del enfoque que tiene tanto la izquierda como la derecha para administrar un país, sino de dar oportunidades reales a los ciudadanos, la palabra exacta es FUTURO.
Entiendo que los gobiernos estarían centrados en asuntos domésticos y menos regionales e internacionales, pero aun así no hay respuesta tampoco a los dramas nacionales. Lo que si se registra en un cambio notable en las prioridades de la sociedad. Tengo la sensación de que hubo un momento que las generaciones tenían como modelos a los grandes pensadores, políticos, científicos que aportan ideas y conocimiento y trataban de imitarlos, pero, al mismo tiempo tengo otra sensación de que los modelos de las nuevas generaciones son aquellos que hacen fortunas de buenas o malas maneras, no importa el origen de la fortuna sino tenerla.
El péndulo político nunca se detiene y seguramente las fuerzas de derecha o de centro retomaran el poder, ojalá y traigan las alforjas llenas de ideas y proyectos para disminuir la desigualdad, pero pensando a lo grande, en el regionalismo latinoamericano.