La envidia, aunque es un sentimiento bastante común, el no poder llegar a dominarla puede ser altamente autodestructivo para quien sufre de este mal.
La envidia, es un sentimiento de deseo de algo que no se posee. También expresa una tristeza o pesar del bien ajeno. Cuando se generaliza, a una persona que tiene envidia se la suele llamar envidiosa. Algunos sentimientos opuestos a la envidia podrían ser conformidad o indiferencia.
La Psicología, Filosofía y otras disciplinas han estudiado la envidia desde diferentes puntos de vista. La envidia, no tiene porque ser del todo negativa si no provoca algunas reacciones como frustración, ansiedad o deseo del mal ajeno.
La envidia también puede ser un mecanismo de motivación para que una persona o una situación mejore; por ejemplo: cuando una persona siente envidia de otra, este sentimiento aquí no es malo, porque puede ayudar a la persona a mejorar y a esforzarse para alcanzar aquello que se envidia, que podrían ser muchas cosas.
Sobre este ”sentimiento” se habla poco y se sufre en mayor o menor grado de la vida, se trata de un tipo de reacción que tienen la mayoría de los seres humanos y de aquí pueden surgir las mayores aberraciones tanto en sufrimiento personal como de proyección hacia los demás.
La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño comienza a relacionarse con el grupo familiar y social, si el niño se siente amenazado en su territorio y lo que más quiere es poseer a toda costa todo lo que no tiene, o cree que no podrá obtener, esto se manifiesta con pataletas y rabietas; en este caso es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas, ensenándole a respetar lo ajeno para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y empiece a madurar.
Si un niño ha pasado por episodios de envidia, y nadie le ha calmado este sentimiento, crecerá frustrado y vacío, por lo tanto, será un adulto envidioso contaminado por el rencor a los éxitos de otras personas. Por culpa de la envidia, y unido a otros factores, que yo llamaría enajenados mental, se han visto casos de llegar a hacer daño físico o mental.
Pero como ya lo dije anteriormente, no todo es negativo y malo, también existe lo que decimos “envidia de la buena" cuando elogiamos de corazón y admiración a alguien en particular, por sus capacidades y sus logros; y esto no significa tenerle envidia, es saber valorarla.
Si, por el contrario, sufres las miradas y las palabras mal intencionadas de una persona envidiosa, trata de pasarlas por alto, no eres responsable de sus sentimientos.
Es difícil descubrir al envidioso, pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática. Otros en conductas de excesivo respeto, o admiración. El envidioso se alegra de los fracasos ajenos, y sufre con los éxitos de otras personas, desaprovechando así, su energía, porque no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.
Existen otros términos relacionados, sin ser sinónimos, son: celos, rivalidad, resentimiento, codicia etc. Algunos términos opuestos a la envidia podría ser conformidad o indiferencia.
Por último, amigos, si tú te consideras envidioso y quieres salir de este estado, porque te sientes infeliz, incomprendido y se te está consumiendo la vida, trata de sentir el cariño de tus familiares, desarrolla el sentido del humor, halla tu propia identidad, cual es la
prioridad en tu vida y valora tus cualidades; alguna has de tener. No todo es malo en una persona. Y, si necesitas ayuda de un psicólogo, búscalo y consúltalo. Además, y sobre todas las cosas esta Dios. Recuerda que la envidia es considerada uno de los siete pecados capitales. Esto se debe a que la sola idea de que el otro tenga algo bueno, genera sentimiento de aprehensión en el envidioso.