Un millón de musulmanes iniciaron este jueves su peregrinación mayor anual en la Meca, en el primer “hach” multitudinario desde que el Covid-19 obligó a Arabia Saudí a restringir, y hasta suspender, la visita a los lugares más sagrados del islam y renunciar a una de sus principales fuentes de ingresos.
El reino, que en 2019 recibió a unos 2,5 millones de fieles de todo el mundo, registró en 2020 el año más flojo del turismo religioso cuando permitió únicamente a 1.000 residentes realizar el hach, número que en 2021 aumentó a 60.000 con estrictas medidas de precaución.
Este año, tras haber levantado en marzo la mayor parte de las restricciones, acoge a un millón peregrinos, todos completamente vacunados, con prueba PCR negativa y no mayores de 65 años de edad.
Un total de 850.000 de los fieles proceden de fuera del reino y el resto son residentes, todos elegidos por sorteo, ya que “el Gobierno quiso compensar a los musulmanes de todo el mundo que no pudieron realizar el hach durante ese período difícil” del Covid-19, dijo a Efe el portavoz del Ministerio de Peregrinación, Hisham Sayeed.
Las autoridades saudíes afirman haber tomado las medidas necesarias para permitir un hach “seguro y exitoso” conforme a un plan que aplican de forma estricta, y en el que participan desde las direcciones de transporte y sanidad hasta las Fuerzas Armadas e Interior pasando por grupos de voluntarios en los lugares sagrados guiar y ayudar a los devotos.
“Estamos acostumbrados a hacer del hach un éxito y acumulamos experiencia en el manejo de multitudes (…). En el pasado recibimos números tres veces mayores a los de este año, por lo que no se trata de un gran desafío”, confió Sayeed.