Cuando al presidente de Perú se le pregunta cómo se definiría ideológicamente, la respuesta puede resultar sorprendente. “Soy un provinciano, un maestro andino que abraza las necesidades del país”, dice.
En la conversación que Pedro Castillo sostuvo con Fernando del Rincón, la primera entrevista exclusiva que el presidente peruano concede a un medio internacional, queda claro que esa concepción suya podría ser parte de su propia inexperiencia en labores de gobierno que, a su vez, se extrapola a su política exterior.
Seis meses después de llegar al poder, Castillo evita tomar partido sobre la situación de los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, acusados de perseguir, encarcelar y violar los derechos humanos de los disidentes.
¿Son Cuba, Venezuela y Nicaragua dictaduras? El presidente responde: “A mí me gustaría tener una América Latina bien unida”, o “Cuba es un país hermano”. Solo después de varios intentos se limita a sentenciar: “Habrá que preguntarles a los cubanos”.
Con Venezuela sigue el mismo guion. “Yo tengo muchos venezolanos acá y el problema no son los venezolanos. El problema son los delincuentes. Los mismos venezolanos en contra de los venezolanos que les roban”.