Hace más de seis siglos, los pueblos prehispánicos idearon y elaboraron una red de acequias que bordeaban la sierra peruana de Huarochirí y abastecían de agua a comunidades campesinas del valle.
Hoy, este sencillo sistema de riego está siendo restaurado para luchar contra la crisis hídrica que vive la zona y paliar los efectos del cambio climático.
Amuna significa “retener” en quechua y es el nombre de este método de aprovechamiento y distribución de aguas nacido en el seno de la cultura huari, una civilización preincainca que formó un imperio que abarcó parte del Perú actual y cuyos conocimientos absorbieron los incas.
“Antes teníamos lluvias desde enero hasta abril, pero en estos últimos años tenemos muy pocas por el tema climático. Hemos tratado de recuperar estas amunas para captar el agua de las lluvias y filtrarla para beneficiarnos a nosotros y a nuestra agricultura y ganadería”, explica a EFE Beatriz Olivares, miembro de la comunidad campesina de San Pedro de Casta.
Este pequeño distrito situado a más de 3.000 metros de altura, en el corazón de la sierra de Huarochirí, en la provincia de Lima, está rodeado de amunas que parecen estrechos senderos entrelazados en la maleza pero que esconden el secreto del saber ancestral de la siembra de agua.
En la cosmovisión andina, el agua es un ser vivo que fecunda la tierra para crear vida, y en lugares como esta sierra, que no posee nevados, su escasez ha provocado que los distintos pueblos que la han habitado agucen el ingenio.