La deforestación y los focos de incendio conviven, lado a lado, con las obras de asfaltado de la BR-319, la cuestionada carretera brasileña que está dejando un reguero de devastación a su paso por la Amazonía.
En el llamado “Lote C” de esta carretera federal de casi 900 kilómetros de extensión, la única que conecta la ciudad de Manaos y sus dos millones de habitantes con el sur del país, se trabaja a destajo desde hace poco más de un mes.
Es un desfile de excavadoras, máquinas pavimentadoras y camiones cargados de arena en mitad del mayor bosque tropical del planeta. El objetivo: asfaltar por lo menos doce kilómetros antes de que acabe 2022 y un total de 52 en los próximos tres años.
“Es una guerra. Estamos corriendo contra reloj porque aquí es una región donde llueve mucho”, afirma a Efe Osmildo Machado, encargado de las obras.