La actriz británica es la protagonista de “Don’t Worry Darling”, segunda película dirigida por la también actriz Olivia Wilde.
La británica Florence Pugh está muy por encima de sus compañeros de reparto y de la misma película en “Don’t Worry Darling”, el segundo largometraje dirigido por la actriz Olivia Wilde, presentado este lunes, fuera de competición, en la Mostra de Venecia. Pugh, ausente de la rueda de prensa por estar rodando la segunda parte de “Dune”, es lo mejor de una película que se desarrolla en una ciudad construida en medio del desierto, “inspirada desgraciadamente en muchas experiencias reales de nuestra historia”, señaló Wilde, que citó por ejemplo “The Manhattan Project”.
En aquel proyecto, el gobierno estadounidense creó casi ciudades enteras -aisladas e incomunicadas- para alojar a los trabajadores que estaban desarrollando las primeras armas nucleares. Y de ahí sale una idea central del filme: las mujeres de los ingenieros no pueden preguntar ni saber nada. “Don’t Worry Darling” explora la vida de un grupo de mujeres cuyos maridos trabajan en algún tipo de proyecto secreto mientras ellas se dedican a tener las casas perfectas, preparar la comida y desarrollar relaciones endogámicas.
Todo lo anterior sucede en una comunidad de los años cincuenta, recreada con un gran preciosismo estético y en el que la directora trabajó mucho tratando de emular la arquitectura y la iconografía de los años cincuenta y sesenta. “Todo es una metáfora porque la paradoja de Victory (el nombre del proyecto y de la ciudad) es que todo parece maravilloso, pero en realidad es siniestro”, resaltó la realizadora, que precisó que tanto ella como la guionista, Katie Silberman, estaban muy interesadas en “esa nostalgia que tiene parte de la población americana y el concepto de ‘hacer a Estados Unidos grande de nuevo’”.