Como es por todos conocidos, Estados Unidos es el país más rico, poderoso e influyente de la Tierra. Es también el mayor productor industrial del mundo, y el país comercial más grande del mundo, teniendo como principales socios comerciales a China, Canadá y México.
Su moneda, representa el 60 % de las reservas mundiales, mientras que el euro representa el 24 %. Posee el mayor mercado financiero y es un país que destaca por su influencia en cualquier decisión de tipo económico y político a nivel internacional.
En el 2016, el 1 % de los estadounidenses detenían el 63 % de la riqueza del país según el Boston Consulting Group, así mismo según esta misma Consultora, esa proporción debería aumentar para sobrepasar el 70 % en 2021. Por otro lado, según la relatoría sobre pobreza extrema y derechos humanos de la ONU : “la enorme riqueza de Estados Unidos contrasta con los 40 millones de personas que viven en pobreza, 18,5 millones en pobreza extrema y 5,3 millones viven en condiciones de pobreza extrema propias del tercer mundo”.
La referencia anterior la hago después de haber leído varios informes evaluativos sobre la evolución de la política y economía mundial durante el año 2020. Todos esos informes coinciden en lo fundamental: que de Estados Unidos dependen la mayoría de las decisiones, eventos, y emprendimientos a nivel mundial. Como se podrán dar cuenta se requiere solides para gobernar la primera potencia del planeta.
En tal sentido, los eventos ocurridos el 6 de enero del corriente año 2021, dejaron un sabor amargo en la sociedad norteamericana, por las expectativas, mas negativas que positivas para el futuro del país. El asalto a la sede del Legislativo que ese miércoles 6 que realizaron miles de seguidores del presidente Donald Trump, mostraron una severa crisis política en la que se encuentra inmerso el país que durante décadas ha presumido de ser un “faro de libertad” y la democracia más consolidada del mundo.
El sacudón ha sido tan importante que logro hacer coincidir a los principales dirigentes de los dos grandes partidos, Republicano y Demócrata, en su condena unánime a estos hechos violentos; una verdadera novedad luego de cuatro años de constantes desacuerdos fraguados al calor de la polarización política.
Sin embargo, no todo fue malo, si bien es cierto que el 6 de enero fue un día muy malo para el presidente Donald Trump, también lo es que fue bueno para la democracia estadounidense y eso se debe a que podría marcar el comienzo de una importante renovación de la democracia. Los costos en vidas humanas se recordarán como resultado de la violencia fomentada por el presidente en ejercicio, en ese momento.
No obstante, la gestión de Biden no serán tan sencilla ya que el peso de 74 millones de votos obtenidos por el presidente Trump se hará sentir a cada rato porque para una parte de esos votos las elecciones son una relación excluyente entre socialismo y libertad, el bien y el mal”. Es decir, el mandato de Biden estará caracterizado por el hecho de no será reconocido por la mitad de los ciudadanos que participaron en la elección.
Por la experiencia que tengo en el área de asuntos políticos internacionales, reconozco que cuando Estados Unidos corrige lo hace muy bien. Esperemos que así continúe y deseamos, desde esta columna, que el 6 de enero de 2021 pase a la historia como el día comenzó la renovación de la democracia en el.