En el imaginario de quien escribe estas líneas, gira la idea de que el expresidente republicano quizás pensó en una etapa post presidencial en primera línea de fuego. Sin embargo, el asalto al Congreso le cambio sus planes.
Silenciado en las redes sociales, repudiado por una parte de los republicanos, y derrotado en las urnas, Donald Trump nunca estuvo tan solo. Su última gran batalla contra el sistema fue intentar revocar el resultado de las elecciones presidenciales esparciendo acusaciones infundadas de fraude, lo cual sirvió de prueba final para las fidelidades, también para las fortalezas democráticas, pero al ex presidente le salió mal.
Ese día 6 de enero, quedo escrito y para siempre en los libros de la historia política de Estados Unidos, que el señor Donald Trump pensaba hacer una nueva demostración de fuerza para lograr sus objetivos, y también porque será la primera vez en los 231 años de historia de Estados Unidos que un presidente ha sido sometido a dos juicios políticos en un mismo período, sin duda un final de telenovela, para alguien al que le gusta presumir de los éxitos históricos de su presidencia
Vale la pena recordar que la mañana de ese infame día, antes de que los miembros del Capitolio se reunieran para ratificar a Biden como presidente electo, convocó un mitin junto a la Casa Blanca ante una cantidad importante de seguidores que habían llegado de todo el país. Luego, los animó a marchar y protestar ante el Congreso, a ser fuertes y a recuperar el país. Planes que se complicaron tras el asalto violento de sus partidarios y con alto costo en pérdida de vidas humanas.
A mi modo de ver las cosas, este nuevo impeachment, si bien es cierto que tiene el camino despejado en la Cámara de Representantes, también lo es que se torna complicado en el Senado, donde se celebra el juicio político, en sí y que solo puede condenar a un alto funcionario con dos tercios de los votos, que el partido Demócrata no tiene. Es importante destacar que el veredicto requiere el apoyo de dos tercios de los senadores, 67 de los 100 miembros, y, tanto republicanos y como demócratas están empatados, 50 frente a 50, de modo que haría falta el apoyo de 17 de su propio partido para declararlo culpable.
Este juicio político, es demasiado importante como para tomarse las cosas a la ligera, ya que podría darse el caso que este proceso marque las relaciones futuras entre los dos partidos que actúan en el congreso del país, porque entre otras cosas el presidente Biden necesitara, para poner en marcha los planes de gobierno, del apoyo mayoritario del Congreso de Estados Unidos.
Este proceso político ha generado una gran discusión entorno a las interpretaciones de la ley, algunos prestigiosos juristas indican que el Impeachment deja de tener sentido dado que el expresidente fue sacado del cargo del cargo a través de una elección legal, por lo que la condena política seria irrelevante.
Sin embargo, quienes promueven el juicio político apuntan a un objetivo que va más allá de prohibirle ostentar cualquier cargo público en el futuro y perder una serie de importantes prerrogativas debido al cargo que ejerció. Algo aún más importante, pondría fin a la posibilidad legal de que Trump busque postularse nuevamente a la presidencia en 2024.