En este bicentenario de la consumación de la Independencia de México efectuada en 1821, que terminó con el colonialismo español sobre nuestras tierras, es obligado recordar a las mujeres protagonistas de una larga lucha de siglos por la Soberanía.
Por cierto, en el Anahuac jugaba un papel decisivo en la sociedad, pudiéndose desarrollar en la vida económica, social y política de la sociedad a plenitud. El colonialismo extranjero siempre ha sido un poder que oprime a la mujer. Nunca como en esta época de subordinación al Imperio Español, vivió subyugado el sexo femenino. Ahí encontramos el origen principal del actual sometimiento de la mujer en México y del “machismo” en México.
Desde el colonialismo español. La historia patriarcal ha borrado a las gobernantes mujeres en el Anahuak. Antes de la invasión española hubo mujeres mandatarias, Ilankueitl fue una mujer que gobernó a los mexicas de 1299 a 1347, fue pareja de Huehuetl Akamapichtli, tlahtoani de Kulhuakan y de Ahkolmiztli, tlahtoani de Kohuatlinchan, se dice que gobernó a los mexicas apoyada por Koxkoxtli, tlahtoani de Kulhuakan.
Según la historia oficial, ninguna mujer fue gobernante de Tenochtitlan. Sin embargo, es muy posible que, a la muerte de Moktezuma Ilhuikamina, le sucediera su hija, Atotoztli. En Los Anales de Tula y en las memorias registradas del fraile franciscano Motolinía se menciona que esta mujer actuó como tlahtoani durante al menos seis años (1466 a 1472), después de Moktezuma Ilhuikamina y antes de su hijo Axayákatl.
“Relación de la Genealogía” por su parte, va más allá, afirma que Atotoztli gobernó por más de treinta años. También Alvarado Tezozomoc López de Gómara entre otros, la confirman como reina y este último, con una referencia muy reveladora.
Así que Antes de la brutal invasión española, en el Anáhuac la mujer desempeñaba un papel muy importante en la sociedad. Ellas podían ser sacerdotisas (zihuatlamakaski), en donde sus funciones eran: organizar los principales ritos, elaborar lienzos y atizar el fuego sagrado. También eran las parteras, curanderas, astrólogas, gobernantes y eran reconocidas dentro de la sociedad, participaban en la agricultura, el comercio, la manufactura y había una asamblea de mujeres. Las ancianas tenían funciones importantes, ya que eran sabias, maduras y serenas.
Las mujeres tenían una participación económica importante, pues intercambiaban en el tianguis productos elaborados o cosechados por ellas mismas, además de animales, producían textiles y trabajos de alfarería.
La mujer tenía muchos espacios de respeto y la posición social de la mujer en la época prehispánica era de gran dignidad. Su participación política lejos de ser pasiva fue muy destacada.
Todavía en el clásico tardío las mujeres eran enterradas con mucho más esmero que los hombres, lo que evidencian los objetos que suelen acompañarlas y que son características que no se encuentran en los entierros masculinos.
En la época de Nezahualcóyotl en la flamante ciudad de Texcoco, la mujer fue muy protegida, al grado de que maltratarla o traicionarla era duramente castigado . Estas leyes las podemos encontrar en “Historia de la nación chichimeca” de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl.
Las mujeres públicas llamadas “alegradoras” o ahuianime, no cobraban, eran mantenidas por el gobierno, para distinguirse pintaban su cuerpo de amarillo y sus dientes de rojo. Acompañaban a los guerreros para que no cometieran violaciones en las tierras que guerreaban. No era una actividad que se pagara, el cuerpo de la mujer no era una mercancía.
A nivel religioso había representaciones (que no diosas) y en el Omeyekan (lugar de la dualidad) donde residía la energía suprema Ometeotl contaban con una dualidad mujer-hombre Omezihuatl y Ometekutli.
¡Existían seis representaciones o “diosas!” asociadas a las actividades realizadas por las mujeres, está Chalchiuhtlicue, deidad del agua, la cual data del año 500 d.C. Chalchiuhtlikue era la contraparte femenina de Tlaloc y ella representaba horizontalmente los hilos de agua, arroyos y ríos, mientras que Tlaloc representaba verticalmente el ciclo que va desde la evaporación del agua hasta la lluvia,
Otras de las representaciones femeninas, diosas para los europeos son: Tonantzin, nuestra madre, Coatlicue, Cihuacóatl y Teteoinan. La del maíz Xilonenl, Mictecacíhuatl, de la muerte; Tlazoltéotl, de la sexualidad, que la dignificaba. Toci, la diosa abuela que enseñaba a las mujeres los secretos de la vida; y Tlaltecuhtli, de la tierra. Estas representaciones femeninas se veneraron cientos de años. Hay que aclarar que en la época precuauhtémica no existían “diosas”. Ni dioses ni demonios que son propios de la cultura europea. Aquí eran representaciones de las fuerzas de la naturaleza, las energías y de la sociedad. Chalchiuhtlicue era la contraparte femenina de Tlaloc y representaba a la lluvia que en la tierra formaba ríos y arroyos.
Tonantzin representaba también al maíz y era llamada Xilonen Tonanzin es hoy la virgen de Guadalupe a la que tanto venera el pueblo de México.
La mujer era protagonista de su tiempo, y tenía participación política y en todas las expresiones de la vida.
Las poderosas “diosas” o más bien, representaciones femeninas eran reconocidas y veneradas a la par de sus contrapartes masculinas. Eran consideradas constructoras, protectoras, educadoras y bastión de la sociedad no podemos omitir que la figura de la madre en el mundo prehispánico jugó un papel determinante.
Representaciones como Xochiketzal, Tonantzin, koatlikue, Chikomecóatl y Teteoinan, Chalchiuhtlikue, Coyolxauhqui y Xilonen no rivalizan, sino que complementan a las representaciones masculinos, en un equilibrio dual.
En el mundo maya hubo mujeres con roles políticos importantes. Une Balam de Tikal en el siglo IV y a la Señora de Tikal siglo VI, Yoh Ik Nal a finales del siglo VI y Sac Kuc inicios del siglo VII ambas de Palenque, RectorKatún y Huntan Ahk siglo VII de Piedras Negras.
De modo que el rol de la mujer en las sociedades precuauhtémicas era muy diferente al que le impusieron al género femenino en la sociedad colonial, donde el patriarcado se estableció de modo brutal. Y las raíces de la actual inequidad y violencia hacia la mujer, la falta de respeto y negación de derechos, claramente es una herencia colonial.
La fuerza de la mujer la podemos observar en Isabel Moctezuma o Tekuixpo. Luego del asesinato de Moktezuma, destacó esta hija en la lucha, conocida como Tekuixpo (que quiere decir “Hija del Tekutli”). Bautizada por los españoles como Isabel Moctezuma. Ella en realidad se llamaba Ixkaxochitl (Flor de algodón). Muy valiente acompañó a su padre Moktezuma Xokoyotzin durante su prisión y muerte asesinado por los españoles.
Posteriormente combatió al lado de Kuitlahuak y fue apresada junto con Kuauhtémok. Fue la primera en abolir la esclavitud en 1550.
Con estas raíces e importantes antecedentes, tras siglos de dominación colonial, las mujeres cumplieron su papel hace doscientos años e impulsaron el inicio, desarrollo y consumación de Independencia. En la lucha patriótica las mujeres fueron un pilar para los insurgentes. Son ampliamente conocidas Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra, pero hubo muchas otras que destacaron como Mariana Rodríguez del Toro, Ana Yraeta, Antonia Peña, Luisa Martínez, María de Jesús Iturbe, María Antonia García, Bernarda Espinoza y centenares más.
En todo el país cundió la lucha y la mujer era “el alma de la fiesta”; primeras en el sacrificio y la tenacidad. La lista de combatientes es muy extensa e impresionante, y eso solo contando las mujeres de las que quedó registro como Gertrudis Jiménez, Juana Villaseñor, Mariana Anaya, Josefa Sixtos, Petra Arellano, Francisca Torres, Antonia Ochoa, Antonia Piña, María Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen Camacho, María de Jesús Iturbide, María Antonia García y María Andrea (La Campanera).
Inmersas en la Nueva España patriarcal, siempre actuaron a la sombra, o fueron invisibilizadas, ocultando así su gran ejemplo y méritos. De algunas solo se saben sus apellidos, como González, Moreno y La Mar, o sus nombres, como Manuela, Luisa, Ana, y de muchas otras únicamente quedó registrado el lugar de sus luchas como Soto, la Marina y Huichapan.
Todas tuvieron una participación relevante y muchas sufrieron cárcel, persecución, represión a sus familias o incluso murieron fusiladas por los invasores españoles. Es importante rescatar a las patriotas anónimas, porque son un gran ejemplo y un impulso a la lucha actual de la mujer y de todos los mexicanos. Una multitud de mujeres patriotas a quienes hemos de recordar e imitar. De entre ellas un gran ejemplo es el de María Tomasa Esteves de Salamanca, Guanajuato, que se involucró en la lucha insurgente, no solo cuidando enfermos y heridos sino consiguiendo información confidencial del ejército realista. Además, promovió la deserción en las tropas realistas. Era muy bella físicamente y la apodaban “la Friné mexicana”. Fue capturada y fusilada en 1814. Así había otras mujeres como Carmen Camacho, quien seducía a los soldados de una guarnición para que desertaran, causando mucho daño al ejercito realista.
En 1815 un juez calificó a estas mujeres como uno de los mayores males, porque debido a su sexo eran el instrumento para seducir a toda clase de personas y quienes podrían transmitir mensajes, espiar y contrabandear armas bajo sus faldas. Pero para nosotros son el mejor ejemplo para los tiempos que corren, en los que tras dejar de ser una colonia española, la lucha se libra contra el patriarcado, el neoliberalismo y el neocolonialismo que tanto daña a las mexicanas y mexicanos, en particular a las mujeres.
En efecto en las luchas actuales por equidad de género y derechos, por el agua, los derechos laborales, la vivienda, la educación, la soberanía, el medio ambiente, contra megaproyectos devastadores y minería tóxica, por la tierra, en cada frente rural o urbano se encuentran las mujeres desempeñando un rol fundamental.