A doscientos años de consumación de la Independencia, que conmemoramos este año 2021, es indispensable rescatar nuestra memoria histórica y hacer justicia a quienes lucharon con patriotismo para lograr la Soberanía. Recordar e imitar a grandes personajes, en especial a las mujeres que quedaron olvidadas, debido a la cultura patriarcal que privó en la Colonia, posteriormente en el siglo XIX, el XX y todavía en la actualidad. La mujer mexicana jugó un papel relevante en la lucha por la independencia de México. Desempeñando en todo momento un rol clave, muchas fueron las grandes heroínas: Josefa Ortiz de Domínguez, Gertrudis Bocanegra, Carmen Camacho, María Josefa Huerta y Escalante, Rafaela López Aguado de López Rayón, María Josefa Martínez Navarrete, María Josefa Natera, María Ubalda Sánchez, Mariana Rodríguez del Toro, Ana Villegas y muchas otras patriotas que se entregaron a la lucha por la liberación. Una de nuestras heroínas más destacadas es Leona Vicario.
Leona nació el 10 de abril de 1789. Fue una de las impulsoras de la lucha patriótica por la Independencia de México y de la organización revolucionaria de un pueblo cansado de siglos de abusos. Luego de la Independencia continuó la lucha contra los conservadores y hasta su muerte mantuvo en alto su dignidad, como mujer jugó un rol revolucionario.
Los invasores españoles comenzaron hace 500 años (a partir de que Hernán Cortés tocó nuestras tierras el 12 de marzo de 1519) el robo, el saqueo, el genocidio, los asesinatos y violaciones en el Anahuak. A inicios del siglo XIX el pueblo ya estaba preparado para dar una guerra sin cuartel al invasor europeo; se fortalecía la conciencia nacional en mentes como la de Leona Vicario, una mujer que defendía los derechos.
Desde niña se preparó y estudió, cosa rara durante el colonialismo español que mantenía sometida a la mujer, siempre sujeta a las decisiones de sus padres o marido, incluso a veces era encerrada en un convento por tomar sus propias decisiones. Por el contrario, Leona siempre fue un espíritu libre y rebelde. Quedó huérfana a los 18 años y heredó una gran fortuna de sus padres, así como una céntrica mansión. Todo lo pondría más tarde al servicio de la lucha insurgente, convirtiendo su casa en el centro de operaciones y destinando sus recursos a reforzar la lucha independentista.
Al morir sus padres quedó a cargo de su tío don Agustín Pompeo Fernández de San Salvador, hombre conservador con gran influencia en la Corte del Virrey, pero nunca se sometió a los designios de su tutor. En esa época Leona tuvo un novio que era hijo de Ignacio Obregón de León, oriundo de León Guanajuato, quien era el hombre más rico de la región y tenía ideas avanzadas. Fue aprehendido y más tarde asesinado por el invasor español debido a su apoyo a la causa de la Soberanía en 1808. Leona tuvo estas influencias, conoció y simpatizó desde entonces con la lucha para liberar a México. Su novio Octaviano Obregón fue uno de los electos en 1810 para participar en las Cortes de Cádiz en España y partió rumbo a Madrid, razón por la cual se separaron los novios que ya estaban comprometidos.
En 1810, Leona Vicario formó parte de “Los Guadalupes”, sociedad secreta que apoyaba la Independencia. Era gente de alta sociedad, con muchos contactos de los que obtenían información sobre los planes y estrategias realistas que hacían llegar a Miguel Hidalgo y más tarde a Morelos. Convirtió su casa en un centro rebelde, daba dinero, apoyaba fugitivos, mandaba medicinas, hasta desarmó una imprenta que pasó oculta entre sus vestidos, burlando los retenes del invasor español. En 1811 conoció a Andrés Quintana Roo, su pareja y compañero de vida. Su amor se basó en sus grandes ideales y en la lucha por su pueblo y su patria. Ambos dedicaron todos sus esfuerzos al combate independentista.
En marzo de 1813 fue descubierta su actividad y fue detenida por las autoridades virreinales que la encarcelaron en el convento del Colegio de Belén de las Mochas. Fue procesada e interrogada, se le declaró culpable y le incautaron todos sus bienes; estuvo presa 42 días, hasta que en mayo fue liberada en una acción audaz por un comando de tres insurgentes disfrazados de realistas. Con grandes trabajos y en medio de peligros sin fin, Leona logró llegar a Oaxaca, territorio insurgente, para unirse a la lucha de Morelos. A lo largo de 1814 y gran parte de 1815, Leona siguió colaborando y trabajando en los periódicos: El Ilustrador Americano, el Semanario Patriótico Americano y el Correo Americano del Sur, siendo la primera periodista y revolucionaria mexicana.
A la muerte de Morelos, ella y Andrés Quintana Roo continuaron la lucha, rechazando el indulto que les ofreció el Virrey a cambio de abandonar su causa. Entonces tuvieron que vivir a salto de mata, al grado de que su primera hija, Genoveva, nació en 1817 en una cueva de Achipixtla, Tierra Caliente, donde se escondían. El 14 de marzo de 1818, fueron capturados en Tlatlaya. Pensando en las consecuencias que significaba para su hija, su esposo Andrés aceptó el indulto. Al enterarse Leona, montó en furia pues no la había consultado.
Consumada la Independencia y en compensación por la confiscación de sus bienes, el Congreso de la República concedió a Leona Vicario, en la sesión celebrada el 8 de agosto de 1823, una liquidación en metálico, una hacienda llamada Ocotepec, en los Llanos de Apan y tres casas en la Ciudad de México. En 1827, el Congreso del Estado de Coahuila y Texas acordó que la Villa de Saltillo se denominase en adelante “Leona Vicario”, conocida en esas épocas como la mujer fuerte de la Independencia.
Consumada la Independencia, Leona Vicario continuó su lucha, ahora contra los conservadores, enfrentándose a Iturbide y a Anastasio Bustamante que la persiguió. Usó la poesía y el periodismo como armas de lucha, editó El Federalista, que fue su trinchera hasta el 21 de agosto de 1842, día en que falleció a los 43 años de edad. Al morir fue declarada “Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria” y hasta la fecha ha sido la única mujer en México a la que se le han brindado funerales de Estado. Su ejemplo fue y es un gran impulso para la causa de la mujer y de la equidad de género.
(Continuará)