Nina Gomes no es una ambientalista promedio. Con gafas de color rosa brillante y solo 4 años, retira basura desde el agua a lo largo de las playas de Río de Janeiro junto a su padre Ricardo.
“Ella ya es una minidefensora del océano”, dijo su padre. Con Nina a cuestas, Gomes se embarca en una tabla de surf con remos hacia las pintorescas pero contaminadas aguas de la Bahía de Guanabara de Río, donde retira botellas y bolsas de plástico y las coloca en una malla.
Cuando le preguntan por qué recolecta desechos del mar, dice: “Porque (de lo contrario) los peces y las tortugas mueren”.
Once millones de toneladas de plástico se desechan en el océano cada año, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Los desechos plásticos pueden ser mortales para las aves y la vida marina, y miles de mamíferos marinos mueren cada año al consumir o quedar atrapados en desechos plásticos.