Cien días después de que la Convención Constitucional iniciara su labor en Chile, el líder indígena Juan Pichún duda que la nueva carta magna resuelva las históricas demandas de tierras y autodeterminación del pueblo mapuche.
En lo profundo de un bosque de pinos y eucaliptos de una empresa forestal en la región de La Araucanía, 600 km al sur de Santiago, unos 30 miembros de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), una organización radical mapuche, tomaron el “control territorial” del lugar.
Talaron con motosierras decenas de árboles y luego arrastraron, empujados por bueyes por sinuosos caminos de tierra, la madera que luego venderán.
“Nuestro interés es que se vayan las forestales porque han causado mucho daño ecológico, ambientales, culturales, filosóficos y el despojo de nuestra gente”, dice Pichún, un dirigente de la CAM.