Miles de personas salieron a las calles de Brasil para pedir la destitución del presidente Jair Bolsonaro, pero el acto mostró la falta de unidad de la oposición pese a la escalada de amenazas contra las instituciones por parte del líder de la ultraderecha.
La concentración, realizada en diversas capitales del país, entre ellas Sao Paulo y Río de Janeiro, tuvo como principal bandera la apertura de un juicio político con miras a la destitución de Bolsonaro, pero sirvió de paraguas para las más diversas demandas.
La marcha buscaba contrarrestar la masiva protesta con tintes antidemocráticos encabezada el 7 de septiembre por el mandatario, pero tuvo una adhesión notablemente inferior que la convocada por la ultraderecha, la cual movilizó grupos de todo el país hasta Brasilia y Sao Paulo.
En ella, Bolsonaro hizo una demostración de fuerza ante sus seguidores, volvió a atacar a las instituciones y animó a las multitudes a desobedecer las decisiones de la Corte Suprema, una declaración que la oposición interpretó como una amenaza de “golpe”.