La ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos estuvo marcada por una demostración de la cultura tradicional y pop japonesa. Esto se pudo reflejar en pequeñas pautas en toda la presentación.
Al avanzar las danzas con connotación solitaria por el COVID19, se pudo observar el “hilo rojo del destino”, que representa a la fuerza invisible que une inconscientemente la vida de las personas y todo lo abarca. Actuación que corrió a cargo de la coreógrafa Megumi Nakamura.
Luego fue el turno de la entrada de la bandera japonesa y la interpretación del himno de Japón por parte de la artista Misia, famosa por unas canciones folclóricas.
Tras ella, el bailarín y actor Mirai Moriyama interpretó una pieza contemporánea lúgubre para homenajear a todos aquellos que ya no están, por los que se guardó, además, un minuto de silencio.
El duelo dio paso a la fiesta y al ritmo de una canción popular, los bailarines se mezclaron con miembros de una asociación para la preservación de la memoria de los bomberos de Edo. El grupo danzó al ritmo de la canción “Kiyari Uta”, vistiendo chaquetas tradicionales “haori” y “happi” y encabezados por la actriz Miki Maya, antigua miembro de la compañía de teatro íntegramente femenina Takarazuka Revue y célebre por sus papeles masculinos, los más codiciados en el grupo.
El bailarín de claqué Kazunori Kumagai se sumó a ellos mientras entraban farolillos flotantes y unos anillos olímpicos labrados nuevamente en madera, en esta ocasión tomada de los árboles nacidos de semillas traídas a Japón por atletas que participaron en los primeros Juegos Olímpicos que albergó Tokio, en 1964.
Tras esto comenzó el desfile de los atletas, que marcharon durante más de dos horas al compás de la música de conocidos videojuegos como Dragon Quest, Final Fantasy, Chrono Trigger o Monster Hunter, en un sentido homenaje a la cultura pop del país.
Los carteles con los nombres de los países simulaban bocadillos de diálogo de mangas y la ropa de los portadores y asistentes parecían bordados con la técnica de tramas que se usan en los cómics.
No faltó un espectacular despliegue tecnológico, con la formación en el cielo del logotipo olímpico de los Juegos que se puso a girar para conformar un globo terráqueo con 1.824 drones flotando sobre el estadio mientras sonaba la canción “Imagine”, de John Lennon, interpretado por artistas de los cinco continentes, entre ellos el español Alejandro Sanz y el neozelandés Keith Urban.
Una de las últimas piezas fue una actuación de teatro kabuki a cargo del reputado actor Ebizo Ichikawa XI, que interpretó un fragmento de una emblemática obra de su familia, “Shibaraku”, junto a la pianista Hiromi Uehara, ganadora de un Grammy en 2011 al Mejor álbum de jazz contemporáneo, entre otros actos que se sucedieron en las cuatro horas que duró el evento.