Los turcos cayeron por segunda vez consecutiva y volvieron a decepcionar frente a un Gales que ahora sí encontró la contundencia y se impuso con categoría.
Seguramente, muchos simpatizantes del fútbol no tenían a los galeses dentro de sus posibles clasificados a octavos de final en el Grupo A. Sin embargo, han demostrado que tienen un combinado con el cual pueden complicar, pese a no tener muchas estrellas en su plantel. En el Olímpico de Bakú, se encontraron con una tímida Turquía que sigue cayendo en picada y que no ha conseguido, si quiera, anotar un gol en lo que va del torneo.
Esta vez el protagonista de la película fue Gareth Bale, la estrella del Tottenham Hotspurs que había pasado desapercibida en el partido debut de Gales. Primero, apareció a los 42′ para asistir a Aaron Ramsey, quien envió su remate a puerta y abrió el marcador al cierre de la primera mitad. Al iniciar el complemento, los galeses siguieron presionando y consiguieron un penal, pero Bale lo enviaría muy por encima del arco y desperdiciaría la oportunidad a los 62′.
Parecía que pasaba de héroe a villano rápidamente, pero su equipo se sostuvo ante una Turquía que no encontraba rumbo a pesar de las múltiples variantes que realizaba para refrescar sus líneas. Ya casi se terminaba el encuentro, cuando otra vez apareció Bale para asistir a un compañero y colocarlo de cara al gol. Fue Connor Roberts quien recibió un buen pase y sentenció el marcador con un disparo raso a los 90′ + 5′.
No habría más y los turcos terminaron el encuentro desencajados sin entender cómo es que habían dejado ir el partido con desconcentraciones en los cierres de cada una de las dos mitades. No hubo un Burak Yilmaz peligroso ni mucho menos se observó la inspiración de Hakan Calhanoglu para mover los hilos de un conjunto de Turquía que acabó desconcertado y va camino a fracasar en el torneo continental si no corrige su rumbo en la última fecha ante Dinamarca.