La Habana, Cuba 21 oct (EFE).- Diez de octubre de 2020. Cinco activistas antigubernamentales cubanos se dirigen a una reunión en un domicilio particular de la Habana Vieja. En la calle les espera una turba con altavoces cargados de reguetón. Cuando se disponen a abrir la puerta, una voz anónima da la orden: “Ā”Adelante, pueblo!”. Comienza el acto de repudio.
“Eran varias decenas. Primero se lanzaron a quitarnos los telĆ©fonos. Luego nos empezaron a golpear, a zarandear, a mĆ me jalaron por los pelos. Me gritaban mercenaria, gusana, perra. TambiĆ©n gritaban viva Fidel y cantaban el himno nacional”, recuerda la artista Tania Bruguera, una de los cinco disidentes hostigados. El video que grabó con su móvil y que transmitió en directo en Facebook corrobora los hechos.
La curadora de arte Anamely Ramos y la escritora Katherine Bisquet recibieron el mismo dĆa una emboscada similar, lo que ha vuelto a poner el foco en una prĆ”ctica que parecĆa olvidada: el acto o mitin de repudio. ĀæQuĆ© es, cuĆ”ndo surgió, quiĆ©n lo organiza, quĆ© fines persigue y cómo ha evolucionado en el tiempo este controvertido recurso polĆtico de marca cubana?
1980: “AQUĆ VIVE UN TRAIDOR”
“Los actos de repudio son la variante cubana del pogromo o el escrache y consisten en que un grupo de partidarios del Gobierno cubano se reĆŗne para gritar consignas polĆticas, descalificaciones morales y ofensas personales contra un desafecto, un disidente o un opositor”, define Rafael Rojas, historiador y ensayista cubano exiliado en MĆ©xico.
En 1980 el Gobierno de Fidel Castro vive su primera gran crisis interna de legitimidad. Diez mil cubanos se amotinan en la Embajada de PerĆŗ para pedir asilo. En respuesta, Castro permite temporalmente la salida del paĆs y mĆ”s de 125.000 emigran a Estados Unidos entre abril y octubre.
Apodados “gusanos” y considerados traidores por el oficialismo, estos ciudadanos fueron el blanco de las turbas organizadas en los primeros actos de repudio.
“Para contrarrestar las imĆ”genes de los miles de cubanos que habĆan manifestado interĆ©s por abandonar el paĆs, el Gobierno necesitaba de la movilización masiva de personas que se manifestaran pĆŗblicamente a favor del rĆ©gimen”, explica e Efe el autor e historiador cubano Abel Sierra Madero, doctorado en la Universidad de Nueva York (NYU).
De aquellos tiempos sobreviven imĆ”genes y vĆdeos en los que se observa cómo masas de ciudadanos pertrechados con pancartas y megĆ”fonos acosan con golpes e insultos (“escoria”, “lumpen”, “antisociales”, entre otros) a sus vecinos, compaƱeros de trabajo e incluso familiares que deciden partir a territorio enemigo.
Organizados por los ComitĆ©s de Defensa de la Revolución (CDR) -organismos de vigilancia social e ideológica del Estado a los que estĆ”n adscritos la mayorĆa de los 11,2 millones de cubanos- los actos de repudio tenĆan lugar por lo general frente a las casas de los “traidores” o en los puertos y aeropuertos el dĆa de su partida.
En muchos casos los familiares que dejaban atrĆ”s en Cuba tambiĆ©n sufrĆan la ira de los vecinos militantes. “‘Ā”AquĆ vive un traidor!’ o ‘Ā”Fuera gusanos!’ eran algunas de las pintadas que aparecĆan en las viviendas de los que se iban”, seƱala el acadĆ©mico.
LOS ATAQUES DEL OTRO LADO
El historiador JesĆŗs Arboleya, que durante el Ćxodo del Mariel de 1980 era cónsul cubano en EE.UU., revela a Efe la otra cara de la moneda en este peculiar fenómeno.
“AllĆ los actos de repudio me los hicieron a mĆ. En la esquina de la Embajada de Cuba en Washington (entonces Oficina de Intereses) habĆa contrarrevolucionarios cubanos que estaban ahĆ todo el tiempo y cada vez que salĆamos o entrĆ”bamos nos decĆan barbaridades”, recuerda.
Para Arboleya, estas prĆ”cticas de hostigamiento de grupos anticomunistas radicados en Estados Unidos son equiparables a los actos de repudio en Cuba ya que “formaban parte de la confrontación” existente entre los dos paĆses desde que en la isla triunfara la Revolución en 1959.
“Nosotros tenĆamos una preocupación mucho mĆ”s grande, que era que nos mataran, y de hecho hubo asesinatos de nuestros diplomĆ”ticos”, indica, en referencia a los duros tiempos de la Guerra FrĆa, cuando funcionarios y ciudadanos cubanos eran blanco de acciones terroristas perpetradas por el anticastrismo radical.
EXCOMBATIENTES, DAMAS DE BLANCO, ARTISTAS Y BLOGUEROS
En la dĆ©cada de 1990, marcada por la larga y atroz crisis económica del “perĆodo especial”, el descontento de muchos cubanos cristalizó en una relativamente visible oposición interna al gobierno.
AsĆ, los actos de repudio desplazaron su punto de mira. “Vimos cómo estas acciones se reciclaron y comenzaron a implementarse contra disidentes y activistas de la sociedad civil cubana independiente”, explica el doctor Sierra Madero.
La hemeroteca de esos años deja constancia de emboscadas a conocidos disidentes de la época como Gustavo Arcos, excompañero de combate de Fidel Castro en al asalto al Cuartel Moncada (1953) cuyo posterior desencanto con la Revolución le llevó a liderar el ilegal comité cubano pro derechos humanos.
Un teletipo de la Agencia Efe en La Habana del 8 de marzo de 1990 relata el hostigamiento de “varios centenares” a Arcos frente a su domicilio: “Al igual que el lunes, hoy los manifestantes gritaron ‘abajo la gusanera’ (denominación oficial de la disidencia) y a favor del actual rĆ©gimen comunista cubano, con consignas como ‘para lo que sea, Fidel'”, recoge el artĆculo.
En los aƱos siguientes los actos de repudio se extendieron a los primeros periodistas que trabajaban al margen de la prensa oficial, hasta el punto de que en febrero de 1997 se registraron hasta siete acciones de hostigamiento a reporteros independientes en dos dĆas.
Desde 2003 las Damas de Blanco, que se manifestaban en las calles de La Habana para exigir la libertad de sus maridos considerados presos polĆticos, recibieron frecuentes mĆtines de repudio, al igual que otros disidentes y activistas hasta la dĆ©cada siguiente.
En los últimos años estos actos se volvieron menos frecuentes, por lo que llaman la atención los consumados el pasado 10 de octubre en la Habana Vieja, que pasarÔn a la historia por ser los primeros transmitidos en directo en redes sociales y en medio de una pandemia mundial.
“Ahora ya no se practican actos de repudio contra opositores Ćŗnicamente, sino contra artistas, blogueros y activistas de organizaciones juveniles de la sociedad civil”, afirma Rafael Rojas.
El objetivo, segĆŗn este acadĆ©mico, es “estigmatizar al opositor o al activista frente a sus vecinos”.
“De hecho, originalmente eran los propios vecinos los que llevaban a cabo el acto de repudio con apoyo de los CDR. Da la impresión de que los mĆ”s recientes son realizados por contingentes oficialistas que acuden desde otras zonas de la ciudad, y son testimoniados en las redes sociales para descalificar a las vĆctimas”, ilustra.
Por su parte, Sierra Madero aƱade que a dĆa de hoy “estas acciones no tienen un carĆ”cter tan masivo como en 1980, pero siguen siendo organizadas fundamentalmente por las organizaciones polĆticas y de masas, conjuntamente con el departamento de Seguridad del Estado del Ministerio del Interior”.
EL “SUSURRO” DE SILVIO RODRĆGUEZ
El famoso cantautor cubano Silvio RodrĆguez se vio involucrado recientemente en una polĆ©mica en torno a los primeros actos de repudio de 1980.
El pasado febrero tuvo que posponerse la Muestra de Cine Joven de Cuba despuĆ©s de que varios realizadores retiraran sus obras del festival como respuesta a la censura de una de ellas: el documental “SueƱos al pairo” sobre la vida de Mike Porcel.
CompaƱero de Silvio en la Nueva Trova durante los aƱos 60 y 70, este menos conocido vocalista intentó abandonar Cuba durante el Ćxodo del Mariel, pero no tuvo Ć©xito y como represalia fue apartado de la mĆŗsica y marginado socialmente durante nueve aƱos hasta que emigró a EspaƱa en 1989.
En una entrevista a raĆz del reciente suceso del festival de cine, Porcel reveló que entre las multitudes congregadas frente a su casa en 1980 para recriminarle con carteles e insultos la frustrada huida se encontraba el autor de “OjalĆ””. Y lamentó que no le pidiera perdón en las siguientes cuatro dĆ©cadas.
Silvio encendió aĆŗn mĆ”s la polĆ©mica al tratar de quitar hierro al asunto cuando le preguntaron por aquel episodio en su blog Segunda Cita. Aseguró que, pese a oponerse a este tipo de linchamientos, acudió casi por obligación al organizado contra su excompaƱero: “Alguien, que hoy vive en Miami, me dijo que esperaban por mĆ para que comenzara. Di media vuelta, caminĆ© hasta el portal de la casa (de Mike Porcel) y allĆ susurrĆ© una palabra”, confesó.
abcd